Deportes

El legado de esfuerzo y coraje de un ciclista de Guápiles

Deportista falleció y tuvo una despedida bastante emotiva

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El entusiasmo del ciclista Alejandro Portilla ilusionaba a propios y extraños.

La forma en cómo este deportista guapileño enfrentó la vida ante las adversidades realmente impresionaba al que lo conociera.

Algunos de los amigos de Ale lo describieron como un hombre que siempre echó para adelante. A él le faltaba el brazo derecho, pero eso nunca fue un impedimento para competir y disfrutar del deporte que tanto amaba y que con la ayuda de muchos podía practicar.

No había un solo día en que no lo vieran montando en la cleta, era su más grande pasión, motivo por el que era muy conocido no solo en Guápiles, sino a nivel nacional por la gran cantidad de competencias en las que se apuntaba. 

Para muestra un botón, este año competiría por décima ocasión en la Ruta de los Conquistadores, una de las pruebas más duras en Tiquicia, motivo que lo tenía bastante contento hasta que el infortunio acabó con su vida.

Oporta estaba el 4 de agosto, a eso de las 8 a. m., sentado en un  parada de bus en Guápiles cuando de repente se desmayó; al verlo tirado ahí más de uno pensó que había sido un atropello, pero no tenía ningún golpe.

Una ambulancia se lo llevó soplado al hospital Calderón Guardia y ahí los doctores después de realizarle unos estudios descubrieron que el señor, de 52 años, había sufrido un aneurisma cerebral. Su condición era muy delicada y falleció el 13 de agosto, a las 9:30 a. m.

"A Ale lo conocí porque don Rodolfo Villalobos (presidente de la Federación Costarricense de Fútbol) una vez me contó que se lo encontró en una carrera y se sorprendió al verlo un día en el Zurquí, me dijo 'viera qué señor más bueno, nos leñateó a todos'", contó Roy Rosales, uno de sus amigos.

Justamente Roy es dueño del ciclo Rosales, en Guápiles, donde este lunes se realizó la vela de Oporta, un negocio al que iba todos los días, ya fuera para saludar al dueño o llevarse algo; ahí lo ayudaban mucho.

"Ale llegaba todos los días aquí, cuando pasaban dos días y no venía más bien nos asustábamos y si alguien quería ubicarlo era más fácil ubicarlo aquí que en la casa", recordó don Roy.

Oporta tenía ganado el corazón del pueblo por su humildad, esfuerzo y don de gentes. Con una pensión de ¢80.000 mensuales que tenía se la jugaba, además de que los vecinos lo ayudaban mucho y hasta le regalaron una bicicleta para que siguiera con su gran pasión.

Muestra del cariño es que a la vela llegaron unas 400 personas, muchos ciclistas y miembros de la Cruz Roja que le querían mucho. Del centro de Guápiles al ciclo lo llevaron en una caravana custodiada por ciclistas.

"Tenía una destreza increíble para manejar la bicicleta con una sola mano, es algo que sorprendía, nunca necesitaba ayuda, todo podía hacerlo por su cuenta. Era tan humilde que muchas empresas le financiaban sus carreras", explicó Eduardo Cruz, quien tenía diez años de conocerlo.

A Cruz le impresionaba también que Oporta era montador de toros y al igual que con las cletas los domaba sin mucho problema.

Este miércoles, Ale será enterrado en Limón, de donde era una buena parte de su familia. A sus seres queridos les duele la partida, al ciclismo también, pero la fuerza de voluntad de este atleta es la herencia que vivirá por siempre.


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