Paté subió al Olimpo

Grecia coronó este domingo a su rey, uno que conquistó a su corte con buen toque del balón, chineando la pecosa y honrando el fútbol, una novedosa fórmula para la Liga de Ascenso, que se caracteriza por jugar al pelotazo y meter pata.

Wálter Centeno alcanzó la gloria del ascenso y ahora se sienta a la cabecera de la mesa principal. La primera división lo espera con los brazos abiertos. Paté está de vuelta y quiere más.

Grecia se devoró la final, volvió loco a un rival que salía de sus casillas fácilmente y lo goleó fácilmente 3-0. Jicaral acabó disparándose a los pies y dejando servida en bandeja la final por no saber manejar su carácter cuando las cosas se le pusieron cuesta arriba.

La ventaja de 2-1 con la que llegaron los jicaraleños no se sintió en ningún momento. El cuadro local siempre puso las reglas, el fútbol y las condiciones de juego. Los visitantes culparon al árbitro Heiner Zúñiga por su fracaso, pero la realidad es que Grecia fue mucho más equipo.

Rónald "Macho" Mora no supo bajar las revoluciones de sus muchachos ni reaccionar oportunamente cuando le empataron la serie muy rápido y perdió por expulsión a su capitán, Bryan Jiménez, por meterle la mano a la pecosa cuando iba para adentro. Apenas a los 16 minutos, de penal, Jeremy Araya adelantó a los griegos y empató la serie. 

Aunque el baldazo cayó apenas terminó el partido, desde el primer tiempo Jicaral hacía agua por las bandas y el cuadro local aprovechaba las acciones para meter el segundo pepino.

Allan Alemán se pegó una corrida por la banda izquierda, metió un centro preciso y precioso a la jupa de Alberth Villalobos, quien cerró la pinza para darle vuelta la serie en solo 25 minutos.

La frustración se pasó de la raya cuando acabada la etapa inicial. Al delantero jicaraleño Carlos Barahona se le cayeron la educación y el glamour y le mandó un cuechazo al árbitro Zúñiga. Roja segura. Con los ánimos encendidos y con nueve jugadores debió regresar Jicaral para el segundo tiempo. 

César Segura, arquero suplente de los peninsulares, no pudo volver al banco porque también lo echaron por (adivinen) insultar al árbitro mientras reclamaba un penal, que claramente sí fue, y una posición prohibida muy tallada en el segundo gol.

Un ganador

Llámenle rey, llámenle alteza, llámenle campeón. La verdad es que el éxito siempre ha estado de la mano de Centeno y en dos años como entrenador ya consiguió su primer gran triunfo. Cuando asumió a Grecia prometió resultados y ya cumplió.

Las leyendas se forjan ganando y si bien como futbolista a Paté le sobran todos los méritos, coronándose como uno de los máximos ídolos del Saprissa, como técnico todavía tenía mucho por demostrar. Tal vez por eso celebró como un loco bajo el aguacero.

Todavía hay mucho de futbolista en Wálter. Quizás por eso le es tan sencillo entenderse con sus jugadores. En sus gestos se nota: hace señas sobre cómo patear, cómo pasar la bola o cómo marcar y sus celebraciones son las mismas de cuando anotaba en la primera división.

En el 3-0 de Grecia, por ejemplo, hizo el cuerpo hacia atrás y brazo el codo izquierdo de atrás para adelante, lanzando un grito al aire para festejar. El estilo propio no lo pierde nunca.

Es normal, Wálter tiene 42 años, hace solo cinco guindó los tacos y tiene muy claro lo que quiere, tocar y jugar como bien lo sabe. Solo cambió en que a la hora de hablar es un poco más sereno.

Liquidados y medio

Qué suplicio fue para Jicaral este partido. Perdió en todos los sentidos, incluyendo los estribos y la dulzura del carácter al escuchar la fiesta que le montaron.

A los 60 minutos, cuando cayó el pepino de Esteban Rodríguez, el estadio Allen Riggioni ya era una pachanga total. Todo estaba liquidado y los 30 minutos que faltaban de la mejenga lo que preocupaba era que a los visitantes no les siguieran echando gente.

Tal como se esperaba, la cuarta roja cayó a los 63 por una patada voladora de Kevin Patiño a Jeremy Araya. Jicaral era pura impotencia y no le quedaba fútbol, algo que a su rival le sobraba.

Por dicha con el pitazo final no sucedió algún miche, como se temió. La gente de Jicaral se fue para su camerino y dejó a los griegos disfrutar la fiesta que elevó a su rey Paté hasta el Olimpo, el monte en el que, según la mitología griega, solo vivían los dioses.