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A ponerse con Dios: Las reliquias de san Juan Pablo II llenan de alegría a Paraíso

La remodelación dejó como un ajito el templo

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Los fieles católicos que asisten al santuario de Paraíso de Cartago están realizados con la remodelación que se le ha hecho al lugar, el cual cuenta con obras del escultor José "Paco" Zúñiga.

Además, los devotos están como locos, ya que tienen en el santuario dos reliquias del santo Juan Pablo II, uno de ellos es un mechón de cabello que fue ungido el pasado viernes 6 de octubre, con motivo de la consagración del templo y del altar mayor.

Para los que no lo saben, la iglesia central de Paraíso tiene doble rango, ya que también es un santuario diocesano, un reconocimiento que se le había concedido, por ser sede de la Virgen de Ujarrás, y luego por poseer, una gotita de sangre del papa Juan Pablo II, la otra reliquia que tienen del Sumo Pontífice.

Las reliquias del santo padre, fueron gestionadas ante el Vaticano por el párroco de Paraíso, Donald Solano Granados, y gracias a contactos con allegados eclesiásticos de Juan Pablo.

Las dos reliquias del santo son de primer grado, ya que se las tomaron del cuerpo de Juan Pablo II.

La muestra de sangre está en la capilla, y su cabello se colocó en el altar mayor, el cual fue consagrado por el obispo de Cartago, monseñor Mario Enrique Quirós.

Los bretes de remodelación tardaron ocho años y medio e incluyeron la restauración del templo. Esta obra también fue impulsada por Solano, quien contó con el apoyo de los fieles y de la empresa privada.

El obispo emérito José Francisco Ulloa comentó que alrededor de la Virgen de Ujarrás, nació la devoción mariana en Costa Rica. El altar que se consagró es una réplica del de 1930 y cuenta con detalles originales como los empotrados y los retablos en relieve, los cuales fueron realizados por el célebre escultor costarricense, Paco Zuñiga y su padre Manuel.

Las 16 columnas que sostienen el templo fueron bautizadas, así que 12 de ellas tienen los nombres de los 12 apóstoles y las restantes cuatro están dedicadas a san Pablo, a Toribio de Mogrovejo, patrono de los Obispos latinoaméricanos; a monseñor Ulloa y al papa emérito, Benedicto XVl.

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