Uno no termina de entender qué pasa con este país, por un lado el Gobierno, en la figura de su ministerio de Educación, se lanza en una cacería de brujas a las bandas de las escuelas y colegios que cometan el "pecado" de tocar la canción más pegada en el mundo entero por estos días, Despacito, eso me parece muy bien y muy respetuoso para nuestras celebraciones patrias; sin embargo, el mismo ministerio de Educación Pública permite que en le desfile de faroles los chiquitos lleven un farol de un minion, los bichitos esos muy divertidos que salen en el cine, entonces una se pregunta ¿qué es peor, Despacito o un minion de farol? Incluso a un chiquito se le ocurrió hacer un farol de Keylor Navas y al presidente de la República se le ocurrió poner el video de ese farol en su cuenta de Facebook, y a los chiquitos que hicieron carretas típicas o guarias moradas, ni los volvieron a ver.
Sonia Madrigal
Se jugó con vidas
Qué lamentable es que un bus de transporte público haya perdido la piña de llantas de atrás en pleno servicio y hasta con pasajeros. Gracias a Dios no hubo una tragedia, por eso es que casi ni se habla del tema, pero lo que olvidamos es que se jugó con vidas humanas, que se expuso a familias completas a un drama. ¿Por qué se deja circular un bus que, desde todo punto de vista, no tenía las condiciones para transportar personas? Puede haber tenido todos sus papeles al día, hasta Riteve, pero la forma en que quedó ese bus en media calle debe motivar a las autoridades a revisar todos los buses de esa empresa porque algo no huele bien.
Martín Ruiz