Nacional

Empleados aseguran que en la Asamblea Legislativa hay fantasmas

Muchas cosas en Cuesta de Moras asustan más que algunos diputados

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De la Asamblea Legislativa salen a veces leyes que paran el pelo, pero eso no es lo único que asusta en ese lugar de San José. 

Hay quienes dicen haber oído un grito de mujer que proviene del baño de hombres del edificio principal y y otros juran por lo más sagrado que vieron una monja en el edificio Sión.

Ayuda a aumentar el misterio el túnel que conecta la Asamblea con el Museo Nacional, relojes de pared que amanecen desacomodados, platos rotos y cuadros cuyos personajes “mueven los ojos”. Todo eso suena a película de miedo, pero algunos afirman que es real.

Además de legisladores, asistentes y polémicas, el edificio del Congreso acumula un sinfín de historias. Hay una buena cantidad de mitos y otras son verdaderas, pero poco conocidas.

Por ejemplo, muchos aseguran que hay fantasmas pues han oído alaridos o han visto cosas raras o inexplicables.

Rocío Álvarez, de prensa del PLN y quien trabaja en el llamado búnker (oficina debajo del plenario y encima del túnel) contó varias anécdotas.

Dice Rocío que ese mismo reloj ha amanecido más torcido que la suerte de Hillary Clinton y han escuchado que cae.

“Una vez yo cerraba la oficina y oí claramente que se había caído y me dije: ‘ahora sí, voy a ver qué es’, pero nada. Estaba en su lugar”, afirma la periodista.

“Creo que aquí hay mucha energía, han pasado muchas personas y se tiene que guardar algo de ellas”, razona Rocío.

El personal de aseo y de seguridad también tiene mucho qué contar, pero no los dejan hablar dando el nombre pese a que están dispuestos. Ese detalle solo sirve para alimentar más los misterios.

“Una vez limpiaba el baño de los hombres y vi por el espejo que alguien entró. Cuando eso pasa tenemos que salir y volver a entrar cuando la persona haya salido”, expresó una mujer que trabaja limpiando. Ella lo hizo de esa manera y se llevó una sorpresota cuando se dio cuenta de que el baño estaba totalmente vacío.

Esa experiencia se le ha repetido en el baño de hombres del primer piso. “Otra vez, la que más me asusté, vi zapatos y un pantalón negro que pasaron por detrás, pero tampoco había nadie”, afirma.

En los alrededores de la capilla del edificio Sión (donde hay oficinas de diputados) muchos han visto a una monja.

Humberto Morales, quien tiene 62 años de trabajar en la Asamblea, no ha visto ni oído nada extraño, pero él nos recuerda que uno de los primeros conventos de monjas del país estuvo en ese edificio.

En el Castillo Azul, donde está la presidencia de la Asamblea, hay un sitio llamado Salón de Próceres.

Allí se encuentran dos cuadros que, al parecer, se comportan de manera rara. Son el de Arturo Volio y el de Benito Juárez.

El de Volio tiene los ojos huequeados y nadie sabe la razón.

Personal de seguridad asegura que esa pintura ha amanecido torcida, como si alguien la hubiera movido durante la noche.

Los más crédulos sostienen que el de Benito Juárez mueve los ojos.

Un túnel conectó en algún momento la Asamblea Legislativa con el Museo Nacional cuando este edificio era el cuartel Bellavista.

El túnel fue sellado en 1959 y tiene unas gradas que ahora no van a ningún lugar. 

Cuando el “búnker” lo convirtieron en bodega, las gradas quedaron pegando contra el techo y ahora usan ese espacio como oficinas. Es allí donde siguen pasando cosas que asustan más que las habladas de los diputados cristianos o las ocurrencias de Óscar López. 

Franklin Arroyo

Franklin Arroyo

Periodista egresado de la Universidad Federada. Integra el equipo de Nuestro Tema de La Teja. Trabajó en el Periódico Al Día, corresponsal del diaro Marca para Centroamérica y editor de la revista TYT del Grupo Eka.

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