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(Video) Joven acosada: “Me convirtieron en un pedazo de carne”

Ardelia Maurel tenía 15 años cuando el novio hizo públicas unas fotos que eran únicamente para él

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Cuando Ardelia Maurel tenía 15 años y estaba en noveno de colegio, su novio decidió hacer públicas algunas fotos de ella desnuda. Ella se las había mandado a él, no eran para divulgarlas.

Una mañana del 2014 sus dos mejores amigas le enseñaron el celular para confirmarle que ya todo el mundo las estaba viendo en el cole. A partir del momento en que el novio puso a circular las fotos privadas, la vida de Ardelia se complicó. Sus amigos la abandonaron, sus dos mejores amigas le dejaron de hablar y comenzó a ser tratada en el cole como una prostituta.

Ardelia no sabía qué hacer, qué pensar, adónde ir, cómo caminar, ni con quién hablar. “Mi mundo se despedazó en un instante. Al tener todos mis compañeros y la gente del cole mis fotos desnuda me convirtieron en un pedazo de carne.

“Algunos compañeros se sintieron con derecho de atacarme solo porque me vieron desnuda. Me atacaron tanto que comencé a creer que yo era una enferma sexual y que lo que había hecho era muy asqueroso y muy depravado. Tenía vergüenza de mí misma, me sentía sucia”, recordó Ardelia quien hasta ahora, tres años después, es que puede hablar de es capítulo amargo de su vida que decidió vivir en silencio, sin decírselo a sus papás ni a nadie en su familia.

Explica Ardelia que en aquel momento todo se "acomodó" de la forma en la que tradicionalmente la sociedad costarricense acomoda esos temas: ella fue la pecadora por enviar fotos desnuda y quien se encargó de quebrar la confidencialidad, el macho, el acosador, se convirtió en un héroe. Es decir, todo al revés.

“Fui acosada cibernéticamente, fui acosada colegialmente y personalmente. Siempre era la mala y siempre él (el novio) fue el carga. El hombrezote que, como buen macho, podía violar mi confianza y mandarle mis fotos a quien se le diera la gana”, dijo.

Las fotos también terminaron siendo vendidas en el cole. No recuerda el precio, pero sí que esas fotos le costaron la dignidad, un año de terapia con psicólogo, un año de llorar todas la noches por la situación.

También le costó un año de no poder verse desnuda en el espejo. Consideraba que ya su cuerpo no era de ella, sino de todos los que vieran las fotos. Además tuvo que irse del colegio porque la violación que sufrió a su confianza se volvió insoportable, tanto que hasta pensó en quitarse la vida, por eso se considera una sobreviviente de ciberacoso.

“Yo no quería vivir, no quería salir, quería desaparecer de este mundo. Cuando uno tiene quince años tu vida son los compañeros. Entonces, imagínese que toda la gente que conocés, todo el mundo en el que vivís, todos los que se supone son tus amigos, te terminan atacando por algo de lo que yo era la víctima, pero terminé como prostituta.

“Me encontraba comentarios de mi cuerpo, que tenía las tetas muy pequeñas, que tenía la panza muy grande, en fin, simplemente, como dije, Ardelia pasó a convertirse en un pedazo de carne al que se le podía pegar de cualquier forma”, recordó.

A pesar de que se cambió de colegio, las fotos no la dejaron en paz. La seguían adonde fuera, siempre se encontraba alguien nuevo que le hablaba de su cuerpo. Hasta comprobó que había grupos de WhatsApp donde se pasaban las imágenes.

Le pasó que algunos muchachos que vieron sus fotos se sentían con el derecho de tocarle las nalgas. Otros se ofendían si no se besaba con ellos. No le tenían respeto, para esos muchachos las fotos le habían quitado a Ardelia todo el respeto que merecía.

“¿En qué mundo una persona no merece respeto porque la viste desnuda sin su consentimiento?, ¿en qué mundo una mujer no merece respeto porque alguna vez tuvo deseos sexuales? Es difícil de creer que en pleno 2017 yo tenga que luchar por convencer a la gente de lo asqueroso e inhumano que es el ciberacoso", dice con toda razón.

“Viví un infierno porque me habían 'quemado', así le llaman los muchachos cuando publican fotos de una mujer desnuda sin su consentimiento. Ese 'quemado' es como de usado, ya me habían usado todos, pero eso no les bastó, me vieron, me compartieron, me humillaron y hasta me tocaron. Estamos hablando del siglo veintiuno, esto no sucedió en la Edad Media”, comentó.

En marzo de este año, Ardelia hizo un video en el cual habló de todo lo que vivió y lo publicó. Sus papás se dieron cuenta hasta que vieron el video, no lo podían creer, les dolió que no les dijera porque la habrían apoyado totalmente.

“Decidí hablar porque así como se me acercaron estúpidos creyendo que podían tocarme, también se me han acercado desde el 2015 muchas mujeres para contarme que están viviendo lo mismo, que las tienen acosadas por el celular, en Internet, que sus exnovios o un amigo de confianza, las tiene amenazadas con publicar fotos de ellas.

“Esto no puede seguir. Son demasiadas las mujeres que viven en silencio el ciberacoso. Esto es serio, muchas terminan suicidándose porque cometen mi error, viven solas la situación y eso es lo peor. Tres años después comprendí que uno debe hablar con los papás, hablar con alguien y no tragarse la amargura y el dolor”, explica.

El grito de Ardelia es que los papás deben mejorar la comunicación con los hijos, convertirse en amigos y aliados para que, si por alguna circunstancia, un hijo vive algo como lo que ella vivió, ese hijo tenga la confianza de contar en la casa que está siendo víctima de ciberacoso.

“En este 2017, después de publicar el video, volví a vivir ciberacoso, volví a ser atacada por celular, volví a ser la güila de las fotos, pero ya ahora es diferente, tengo a mis papás que me apoyan y yo estoy empoderada de mi vida. Sé muy bien quién soy, sé muy bien la mujer que vive en mí y ya no me afectan las supuestas agresiones.

“Recibo cientos de mensajes a la semana de mujeres y hasta de hombres con historias de ciberacoso idénticas a la mía. A ellos les digo que no hagan las que yo hice, fingir que nada está pasando y encerrarse en un cuarto. Salgan, hablen, agárrenle los cuernos a sus vidas y enfrenten la situación. El ciberacoso se acaba cuando usted decide, entonces decídase y defiéndase”.

Ardelia logró superar tan bien ese momento duro de su vida que volvió al mismo colegio donde vivió las agresiones y está a punto de graduarse del bachillerato internacional.

“Esas fotos me acompañarán toda la vida, porque es imposible borrarlas de Internet, pero ya aprendí a vivir con eso, sobre todo, aprendí a vivir conmigo. Ahora nadie me hace daño, por eso no tuve problemas en volver al mismo cole, volví con la frente en alto y sigo con la frente en alto.

“Por favor, a quienes están viviendo ciberacoso, hablen, no se dejen. Conmigo nadie habló, mucha gente sabía, pero nadie se acercó y los que se acercaron no sabían cómo tratar la situación. A mis quince años estaba en un colegio privado donde se pagaba mucha plata al mes, esto no tiene respeto por condición económica el ciberacoso pasa en colegios privados y públicos, le pasa a las muchachas de mucha plata y a las de poca, por eso hay que frenarlo”, concluyó.


Eduardo Vega

Eduardo Vega

Periodista desde 1994. Bachiller en Análisis de Sistemas de la Universidad Federada y egresado del posgrado en Comunicación de la UCR. Periodista del Año de La Teja en el 2017. Cubrió la Copa del Mundo Sub-20 de la FIFA en el 2001 en Argentina; la Copa del Mundo Mayor de la FIFA del 2010 en Sudáfrica; Copa de Oro en el 2007.

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