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Una perrita en Pérez Zeledón le detectó un cáncer a su dueña

El olfato agudo de los perros es la esperanza de algunos científicos que experimentan nuevas opciones para detectar más rápido el cáncer

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Doña Floryzul Arias está convencida de que su perrita le salvó la vida.

En el 2014 su vida era normal, esta vecina de Pérez Zeledón se dedicaba a trabajar en su estética y vivía tranquila con su familia. Un día cualquiera, como era su costumbre, se sentó a ver televisión acompañada de sus mascotas Chispita y Tomás, una pareja de perros de la raza schnauzer.

Ese día Chispita, que es la más juguetona, estaba inquieta y con insistencia le pedía a doña Flory que la acariciara y le arrimaba la nariz al pecho, la peludita sabía que a su dueña le estaba pasando algo y la quería advertir.

“Estaba viendo televisión con la perra alzada, siempre me hace compañía porque le gusta que la estén consintiendo, de pronto empezó a lamer mi blusa del lado izquierdo, yo la regañé porque me iba a ensuciar la blusa, pero ella seguía y me miraba con tristeza”, aseguró Arias.

Mientras trataba de controlar a su inquieta amiga, doña Floryzul se empezó a limpiar donde la perrita insistía con narizazos y fue en ese momento que sintió un pelotita, que ella describe como una bolincha de las pequeñas, la cual estaba justo debajo de la parte del pecho que inquietó a la peludita.

Después de la advertencia de Chispita, doña Flory aprovechó que tenía una cita médica para hacerse un papanicolao y le consultó a la doctora, quien le respondió que se podía tratar de una pelota de grasa, por lo que no le dio importancia.

Un mes después, trabajando en su salón, su amiga Lorena León, quien es secretaria en una clínica, le contó realizó unas capacitaciones sobre el cáncer de mama y le pidió permiso para tocar la bolita y de una vez la convenció para que se hiciera la mamografía.

El resultado no fue el que le había dicho la doctora, no era una pelotita de grasa, era un agresivo tumor que sino fuera por su mascota no se habría enterado porque ella era de las mujeres que nunca se hacía el autoexamen de mamas.

Doña Flory se tuvo que someter a una cirugía llamada cuadrantectomía, que es una operación que se hace para extirpar el cáncer y un poco del tejido que lo rodea, pero no la mama en sí.

“Solo quitan el pedacito dañado, gracias a Dios que el tumor estaba como en una bolsita y no había salido porque según los doctores se habría esparcido”, explicó doña Floryzul.

La historia de esta sobreviviente asombra a casi todos los que la escuchan y casos como el de este están siendo estudiados por los científicos.

En la actualidad los científicos están estudiando si el agudo olfato de los perros sirve para lograr un diagnóstico más rápido que permita salvar vidas, ya que al parecer los caninos pueden percibir un olor muy sensible que sueltan los tumores.

En Costa Rica el Instituto Fogaus está empezando a trabajar en la Universidad Autónoma de Centro América (UACA) para realizar las primeras pruebas y replicar las historias de éxito de países como Francia, pero se ven limitados por los altos costos de los experimentos y la falta profesionales médicos que se sumen hacer estudios clínicos con pacientes enfermos de cáncer.

La habilidad que tienen algunas especies para detectar droga o encontrar personas atrapadas en zonas de emergencia se puede trasladar a la ciencia, así lo cree David Peiró, director del Instituto Fogaus, quien asegura que en países como Inglaterra, España y Estados Unidos ya están realizando estudios clínicos con pruebas en las que ponen al animal a oler el sudor y el aliento de pacientes con y sin cáncer.

Sin embargo, Peiró advierte que son proyectos complejos y que no todos los perros son aptos.

“Existen características muy claras que deben cumplir, no es simplemente poner a un perro tipo policía, o suponer que cada vez que el perro olfatee a una persona es porque hay cáncer, muchas veces el olor de la comida o de otros perros que se cargaron los altera”, explicó Peiró.

Peiró explicó que son animales con características difíciles de encontrar y de entrenar para que detecte dos o tres tipos olores, los más populares en estos estudios son los pastor belga y la mayor limitación es el precio porque pueden llegar a costar hasta 15 millones de colones.

Además, se deben entrenar en instalaciones totalmente asépticas (desinfectadas y sin olores) para evitar los falsos positivos, se necesita como mínimo dos años de entrenamiento para que puedan trabajar hasta los siete años.

“No hay una apertura tan grande por parte de los médicos, aunque somos claros que esto no sustituye criterio médico ni el diagnóstico mediante la vista y el tacto, pero el olfato el perro viene a dar una prueba más que no requiere de una cirugía invasiva y ahorra toda la parte traumática” agregó el profesor.

Un reportaje de la agencia de noticias AFP contó el caso de Thor, un pastor belga que en el 2016 estaba aprendiendo cómo detectar el cáncer de mama.

A Thor lo ponían a oler paños que tenían el sudor de mujeres sanas y enfermas, para que los comparara con el olor de un tumor que antes había memorizado.

La idea nació en el Instituto Curie de París. Isabelle Fromantin es una doctora especializada en las cicatrices que dejan los tumores cancerosos, ella descubrió que algunos olores de las heridas no son producto de la infección sino del tumor, esto es lo que percibe Thor.

Las pacientes que participan del experimento no ven a los animales, solo se ponen las toallas sobre el pecho toda la noche y se manda al laboratorio en un tarro estéril para que no absorba otro olor.

En el mismo reportaje se contó que en Estados Unidos tienen un método similar para detectar cáncer de próstata y tuvo un porcentaje de éxito superior al 90%.

Sin necesidad de aparatos caros, este método podría extenderse en el futuro a países menos desarrollados.

En el Instituto Curie de París la doctora Isabelle Fromantin experimenta con los olores que emiten los tumores de pacientes con cáncer
Bella Flor Calderón

Bella Flor Calderón

Comunicadora

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