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(Video) Indignación por quema de colchones frente a centro de atención de COVID

Indígenas en pie de guerra contra la pandemia y la indiferencia

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Muchas personas están indignadas por la quema de colchones y otros objetos que realizó este martes un grupo de cabezones frente a un albergue indígena que es utilizado como centro de atención para recibir a personas positivas o sospechosas de tener COVID-19, en el barrio Carmen Lyra de Turrialba.

En este lugar se le dio refugio a la madre de una bebé de tan solo dos meses de edad, proveniente del territorio indígena Chirripó Cabécar, cuya pequeña se encuentra en el Hospital de Niños por ser un caso positivo de coronavirus y eso molestó a muchos insensibles a los que las vidas de los demás parece que no les importan.

Quema frente a albergue de afectados por COVID-19 en Turrialba

En el centro permanecían tres indígenas, quienes fueron aisladas en espera de los resultados de la prueba. Ellas se encuentran en excelentes condiciones y serán trasladadas a otro centro de atención en Grano de Oro de Turrialba para evitar mayores problemas.

“Todos sentimos terror ante una enfermedad desconocida, pero eso no nos da el derecho de comportarnos como personas primitivas e incivilizadas No tengo palabras para expresar lo que siento al ver las imágenes de lo que ocurrió. Una quema de colchones frente al albergue indígena que lleva más de veinte años operando en el lugar, sencillamente porque hay unos padres que tiene sus bebés en el Hospital de Niños y requieren estar ahí porque Grano de Oro queda a 60 kilómetros de Turrialba centro y con un camino en malas condiciones. ¿Dónde quedó el pueblo solidario que somos?”, aseguró Paola Valladares, diputada liberacionista.

(Video) CNE lamenta incidente frente a albergue para indígenas en Turrialba

Debido a lo sucedido, la Fuerza Pública aseguró que reforzarán la vigilancia en el lugar.

El presidente de la Comisión Nacional de Eemergencia (CNE), Alexander Solís, mostró su repudio a este lamentable suceso al señalar que se trata de seres humanos que reciben esta atención para su protección y la del resto de ciudadanos.

Solís enfatizó que estas acciones denotan un desconocimiento sobre la forma de transmisión del virus, así como de falta de solidaridad y humanismo, ya que el objetivo de estos centros en todos los cantones del país es garantizar un rápido aislamiento y controlar la propagación del virus, así como una adecuada atención a las personas con diagnostico positivo.

Las personas que deben recurrir a los centros de atención del COVID-19 son aquellas que no pueden cumplir su cuarentena en sus hogares por razones físico-sanitarias y de seguridad.

¿Cómo se vive allá?

A raíz de lo sucedido en Turrialba, es muy válido preguntarse, ¿cómo se vive la pandemia en los territorios indígenas?

La Teja se dio a la tarea de conversar con varios líderes indígenas para conocer su “nueva normalidad”.

Don Óscar Almengor, fiscal de la Asociación de Dasarrollo Integral del Territorio Talamanca Bribri, comentó que desde el 20 de marzo tomaron la decisión de hacer un control más estricto del ingreso a su territorio. En las dos rutas de acceso pusieron agujas de control con personas que regulan el paso.

Primero se les reguló la entrada a turistas y luego se extendió la norma, según las medidas impuestas por el Ministerio de Salud.

“Hemos dado información para evitar el COVID personalmente, con afiches y por radio a los hermanos indígenas que viajan en buses, camiones y carros. Hay gente que hace caso, pero otros no son conscientes de la gravedad del asunto y piensan que todo es hablada y se enojan. Hemos tenido situaciones en las que han insultado a los miembros de la asociación por la medida de cerrar las agujas, les molesta por intereses personales”, aseguró Almengor.

El lunes pasado se informó sobre el primer caso de coronavirus en en Shiroles de Talamanca.

“Ahora como gobierno territorial seremos más estrictos en las medidas de control para que esto no se propague. Lamentablemente tenemos personas que trabajan fuera del territorio y este caso positivo fue uno de ellos”, explicó Almengor.

A la siembra

Geiner Castro, quien vive en el territorio Rey Curré, de Boruca, en Buenos Aires, comentó que por la pandemia se perdió mucho de la cosecha de plátano y no pueden salir a vender artesanías.

La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) ha enviado algunas bolsitas con alimentos y la asociación de desarrollo compró arroz, frijoles, maíz y semillas de yuca para unas 60 familias necesitadas, pero ellos tratan de sembrar muchos de sus alimentos.

“La comunidad se tiró a sembrar, previniendo de que se puede venir algo más fuerte. Estamos preparándonos y no esperando a que el Gobierno haga algo por nosotros”, dijo Castro.

Añadió que en las nueve comunidades del territorio Brunca la gente ha estado dispuesta a colaborar con las medidas, así que en las pulperías tienen lavamanos, atienden con caretas y se venden mascarillas con dibujos autóctonos.

“Ahora la comunidad está muy ordenada, eso sí, hubo que cerrar la plaza con cintas porque las mejengas continuaban, pero hablamos con los padres de los muchachos para hacerlos entrar en razón”, indicó Castro.

La indígena cabécar Doris Ríos, quien vive en el territorio China Kichá, ubicado a 40 kilómetros de Pérez Zeledón, es agricultora, pero su principal entradita de dinero era vendiendo ropa americana pero debido a la pandemia su negocios se paralizó.

“En marzo tuvimos un ataque por causa de la lucha por la recuperación de tierras y eso ha hecho que estemos atemorizados. Con el COVID ha aumentado esta problemática, unida a la falta de agua potable. Gracias a que la recuperación de tierras comenzó el año pasado, ahorita tenemos arrocito porque hemos sembrado.

“Sin embargo los cafetaleros con esta problemática de mano de obra para la cosecha hacen que entren camufladamente peones, lo cual nos complica, ya que somos una comunidad vulnerable y con demasiada necesidad”, recalcó la señora.

Recalcó que la economía está muy mal como para gastar en una mascarilla y es por eso que algunos usan pañuelos.

“Hablamos de ciudarnos, así que nuestro lema es: ‘cuidémonos nosotros para hacerlo con quien nos rodea', por lo que no salimos de la comunidad a menos de que sea urgente”, explicó Ríos.

Informados

David Elizondo, quien pertenece al territorio indígena Maleku, ubicado en Guatuso, Alajuela, también comentó su realidad.

“Afortunadamente tenemos acceso a la información a través de los medios. El territorio Maleku es un pueblo que ha ido marchando de la mano con la tecnología, por lo que tenemos acceso a electricidad, Internet, redes sociales y prensa escrita, pues estamos relativamente cerca del centro de Guatuso, entre tres o cuatro kilómetros”, explicó Elizondo.

El territorio está compuesto por cinco pueblos y no decidieron cerrarlo, pero cada familia se comprometió a dejar su “cotidianidad” (recibir turistas), a pesar de que viven del turismo.

“Todo ese tipo de actividades se congeló. Aún no tenemos ningún caso y eso es gracias a la prevención que han tomado las familias. Cuando algún miembro va al comercio central a comprar alimentos o a pagar servicios, siempre nos protegemos con mascarillas y nos lavamos bien las manos.

“Nosotros de todas formas ya veníamos sufriendo del casi nulo apoyo por parte de entidades privadas y del Gobierno para incrementar las visitas y hemos estado solventando necesidades promocionando ventas por encomiendas. Los ingresos ahora son de los trabajadores públicos, de maestros o dependientes de supermercados”, aseguró David.

Factura del planeta

Doña Elides Rivera indicó que el territorio Térraba también está paralizado, aunque ahí no se han presentado casos positivos.

“Nos hemos visto muy afectados, ya que nosotros dependemos del turismo y de los estudiantes que vienen a hacer sus prácticas a la comunidad. Lo que hemos hecho para mitigar ese impacto económico, es redoblar esfuerzos con las siembras. Las comunidades indígenas somos agricultoras por naturaleza, nunca dejamos de practicarla. Ahora no pensamos en el comercio, sino en asegurar las condiciones de las personas que vivan acá y de otras que estén afectadas y no tengan terrenos para cultivar”, dijo.

“Varia gente puede preguntar, ‘¿cómo puede estar usted agradecida por lo que está pasando?‘. Pero como pueblos indígenas agradecemos a la madre naturaleza y al creador porque todo esto pasa por una lección de vida. La tierra tenía que pasarnos la factura por el irrespeto y el mal uso a los bosques, al agua y el aire. Hoy estamos pasando esta situación de un manera positiva, pensando en que podemos hacer más, cumpliendo las medidas de salud, pero reconociendo que como seres de la naturaleza tenemos que ser cuidadores de ella”, aseguró.

Shirley Sandí

Periodista egresada de la Universidad Latina de Costa Rica. Responsable de edición y alimentación web en La Teja y colaboradora en gestión de redes sociales. Editora de notas en Mesa de Radar, Grupo Nación.

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