Sucesos

'Es como que te sacaran el alma'

María Gabriela Abarca vivió en el 2010 uno de los dolores más fuertes que se puede imaginar, pero se levantó y sigue adelante.

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María Gabriela Abarca sostiene su hogar con la venta de queques y de repostería. Así saca adelante a su pequeño Gabriel Madriz, de 11 años y quien le ilumina el corazón cada mañana. Ella, María Gabriela, se sostiene a sí misma con fe y una enorme fortaleza. A veces cuesta entender de dónde la obtiene.

La brumosa bautizó el negocito con el nombre de su hija, le puso"Pan Artesanal Danaisha".

Aunque pueda parecer extraño, que la venta se llame así alivia un poco a María Gabriela porque le ayuda a superar el sufrimiento que le genera recordar la forma en que su niña partió de este mundo cuando tenía apenas un añito y cuatro meses. El papá de la bebita la mató el 7 de marzo del 2010.

El crimen ocurrió en el hotel La Fortuna, en San José, 200 metros al sur y 25 al oeste de la esquina suroeste del parque Central.

“No me derrumbé por la ayuda de Dios y de mi familia. Después de que salí de todo este proceso me llené de valor y me preparé en el INA, en CBN y clasifiqué a un proyecto productivo del IMAS por la repostería que hago. También gané una beca en la Universidad para la Cooperación Internacional, en barrio Escalante. La gente viene a mi casa y me encarga queques o repostería y con eso salimos adelante”, comentó esta valiente mamá, quien vive en Santa Gertrudis de Cartago, entre Guadalupe y El Guarco.

Con cada producto que prepara revive a su angelito que, de seguro, desde el cielo le echa porras para que su proyecto crezca cada día.

María Gabriela se había separado de su marido, Wilson Madriz, dos meses antes del crimen de la bebé. La pareja procreó a Gabriel y a Danaisha.

El sábado 6 de marzo del 2010, una familiar de Wilson le pidió a María Gabriela que le llevara a los pequeños para cuidarlos. La condición que puso la mamá fue que el papá no se los podía llevar. Quizás presentía algo.

Sin embargo, Wilson apareció de sorpresa en la casa de su pariente y se llevó a los niños con el pretexto de que les iba a comprar zapatos.

La idea era que los niños regresaran con su madre a eso de las 4 p. m. Cuando la señora se dio cuenta de que Madriz tenía a los pequeños avisó a las autoridades, pero la fatalidad estaba en camino.

Aquel sábado en la noche el hombre llegó con los menores al hotel La Fortuna. Mintió para explicar porqué dormiría en el lugar.

El domingo 7 de marzo, Madriz salió de la habitación con Gabriel, pero sin Danaisha. Dijo que iría a comprarle leche y que volvería, pero no lo hizo. Una conserje del hotel halló poco después a la niña en el cuarto. Estaba acostadita en la cama y había sido asfixiada.

En el cuarto encontraron una nota escrita por el hombre. Advertía que mataría al niño y que luego se suicidaría, algo que puso a correr a las autoridades.

Una llamada telefónica de Madriz a la mamá de los niños, hecha desde un teléfono público de La Sabana, le permitió al OIJ localizarlo, capturarlo y rescatar a Gabriel sano y salvo.

Un mes después de la muerte de la pequeña Danaisha, Madriz se quitó la vida. El hombre, quien descontaba un año de prisión preventiva en La Reforma, aprovechó el cambio de turno y se ahorcó en la celda con la camisa de la pijama.

“A pesar del dolor he podido salir adelante. Uno aprende a vivir con eso, he podido levantarme de las cenizas y darme cuenta de que tenemos un Dios que camina siempre adelante. Yo camino junto a mi hijo también”, dice María Gabriela, quien conversó con La Teja sobre esa durísima experiencia que vivió.

–¿Qué recuerda de aquel día?

En aquel momento mi marido y yo estábamos en el proceso de divorcio (se habían separado hacía dos meses, después de diez años de matrimonio).

Mis hijos tenían que estar conmigo a las 4 p. m. (del sábado 6 de marzo del 2010) y al no llegar me empecé a desesperar y a presentir que algo no andaba bien. Inmediatamente acudimos al OIJ a poner la denuncia, pero por más que buscaron los encontraron hasta el día siguiente, momento en que me avisaron que la chiquita estaba muerta. No se puede explicar eso que sentí y lo que aún llevo. Es un dolor tan grande... es como si te hirieran el alma, como que te sacaran el alma, es demasiado triste.

–¿En algún momento sospechó que su esposo podía hacer algo así?

Siempre pensé que me podía lastimar a mí porque me amenazaba, pero jamás a los niños porque eran sus propios hijos. Mentalmente (Madriz) no estaba bien, a lo mejor por eso actuó así. Era una persona muy posesiva, tenía antecedentes de violencia y por eso había decidido separarme de él.

–¿Por qué cree que no hizo lo mismo con su niño?

Solo Dios lo protegió. No puedo explicar lo que sentí al volver a ver a mi hijo y abrazarlo. Me dio un poco de paz tenerlo porque la tragedia pudo ser más grande y estaría llorando hasta el día de hoy la muerte de los dos.

–¿Habló en algún momento con personal del hotel (la administración del lugar cambió hace un año)?

Nunca, lo único que se sabe es que (Madriz) llegó al hotel La Fortuna diciendo que su esposa estaba internada en el hospital San Juan de Dios y que necesitaba quedarse ahí a dormir con los chiquitos, obviamente eran mentiras. Nunca he pasado por ese hotel y desde el día del funeral de mi hija solo he ido una vez más al cementerio, pero me enfermé mucho, entonces no volví a ir.

–¿Cómo han sido estos siete años?

Ha sido una lucha por sobrevivir. Las fechas festivas, como el Día de la Madre, Navidad o los cumpleaños me afectan un montón.

–Gabriel (tenía tres años en el 2006), ¿le pregunta cosas sobre aquel día?

Conforme ha ido creciendo hace preguntas y nunca se le ha ocultado la verdad. Él sabe que el papá estaba enfermo y por eso hizo lo que hizo. Hemos recibido ayuda de instituciones y, aún hoy, de psicólogos.

Gracias a Dios (Gabriel) es muy aplicado y disciplinado. Tiene notas excelentes, todos los años se ha eximido. Está en cuarto grado y este año está participando en las Olimpiadas de Matemática en su escuela.

Gabriel tiene una beca en el Centro de Artes de Cartago, recibe clases de baile desde hace tres años y le ha servido mucho como terapia. Nunca hemos tenido que pagar ahí, nos han ayudado de corazón.

–¿Lo perdonó (al papá de los niños)?

Eso es difícil de responder, no podría decírselo ahorita. Él se quitó la vida un mes después de lo sucedido, en ese tiempo nunca pude hablar con él de lo que hizo, nunca le pude reclamar. Cuando me di cuenta de que se había quitado la vida me dio mucha cólera porque me dejó con ese sufrimiento solo a mí. Él se quitó la vida y ya, pero yo me quedé con todo ese dolor.

No pagó por lo que hizo, a mí un día me llamaron por teléfono y me dijeron que Wilson se había quitado la vida entonces que el caso quedaba archivado.

–¿Cómo le cambió la vida?

En ese momento uno queda como en shock, uno realmente no entiende lo que pasó hasta que el tiempo va pasando. En ese momento me dio una fuerte depresión, me enojé mucho, sentía rabia. Unos meses después me dio cáncer, pasé por Oncología y eso es muy triste, las dos cosas se me juntaron, hoy en día la enfermedad ya quedó atrás.

–¿Qué consejos les da a otras mujeres para que no vivan una situación similar?

Cuando escucho casos similares es como si reviviera lo que pasó y me duele mucho. Es imaginarme todo lo que van a vivir después. Haber perdido a un hijo por homicidio es demasiado doloroso.

Fuerza ante el dolor

Fuerza ante el dolor

Fuerza ante el dolor

Fuerza ante el dolor

A otras mamás les digo que busquen ayuda donde debe ser, que no se queden solas, hay instituciones donde le pueden ayudar a uno. Que no se esperen a que pasen las cosas.

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