Esperaron durante horas en el aeropuerto de Kabul, angustiados de que a la postre no pudieran abandonar un país gobernado por los talibanes. Pero este jueves se acabó la larga espera de estos 113 pasajeros del primer vuelo de evacuación tras la salida de las fuerzas estadounidenses de Afganistán.
El Boeing 777 despegó a las 18H30 (14H00 GMT) del aeropuerto de la capital afgana y aterrizó 2H45 más tarde en Catar, donde los pasajeros hacen escala antes de llegar a su destino final.
En Kabul, una madre empujaba el cochecito de su hijo pequeño, mientras su marido estaba al lado de sus hijos mayores, que parecían eufóricos durante el trayecto en autobús que los llevó al avión.
"Alemania", gritó este hombre cuando un periodista de la AFP le preguntó su destino.
Otro pasajero, un estadounidense de origen afgano, dijo que se dirigía a Washington D.C.
Los seis miembros de su familia intentaron en varias ocasiones, sin éxito, huir de Afganistán en la segunda quincena de agosto.
Tras la toma de Kabul por los talibanes el 16 de agosto, el ejército estadounidense organizó un gigantesco y caótico puente aéreo, que permitió salir de Afganistán a más de 123.000 personas.
Pero grupos de talibanes impedían a los viajeros acercarse a la infraestructura aeroportuaria, donde se formaron colas multitudinarias y se produjeron momentos de gran tensión.
"Me peleé con los talibanes el 28 de agosto y ahora no me siento demasiado bien", explicó a la AFP este estadounidense de origen afgano, que pidió no ser identificado para no poner en peligro a sus familiares que siguen en Afganistán. "Me dijeron que algunas personas continuaban buscándome".
"Tengo sentimientos contradictorios, porque, por un lado, dejo a mi madre y mis hermanos aquí (en Afganistán), donde no se sienten seguros", reconoció este padre de familia. "Pero, por el otro, es muy emocionante", ya que se va con su mujer y sus cuatro hijos.
El estado de la terminal aérea de Kabul era este jueves completamente distinta al desastre que era el 31 de agosto, el día después de que se fueran las últimas tropas estadounidenses.
Se limpiaron los escombros y cartuchos que había en el suelo, se instalaron casetas de madera para hacer los trámites migratorios y se repararon dos cintas de maletas.
Unas obras frenéticas, llevadas a cabo por un equipo catarí que trabajó sin descanso, permitieron transformar un aeropuerto destrozado en una terminal funcional.
"Bienvenidos al aeropuerto de Kabul", dice un nuevo cartel en la zona de registro de pasajeros.
También instalaron televisores encima de los mostradores y el suelo de mármol estaba brillante.
Agentes de seguridad cataríes, vestidos de negro y ostensiblemente armados, se encargan de garantizar la seguridad.
Pero grupos de talibanes también están presentes en varios lugares del aeropuerto, básicamente en las entradas laterales.
Cuando el avión estaba a punto de despegar, un grupo de islamistas se paseó por la pista para tomarse selfis y los agentes cataríes les llamaron la atención.
Finalmente, el avión surcó el cielo y sus 113 pasajeros solo llevaban billete de ida.
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