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Ascensión nocturna para celebrar la luna llena en Birmania

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Antes del amanecer, miles de fieles comienzan la ascensión de una montaña en el oeste de Birmania, un ritual budista que marca tradicionalmente el final de la temporada de lluvias.

La luna llena, que supone el fin del período de precipitaciones, es llamada "Tazaungdaing" o fiesta de las luces y se celebra en toda Birmania con explosiones de colores, fuegos artificiales, faroles y globos aerostáticos.

Este año, las celebraciones fueron más discretas, ya que la violencia entre las tropas de la junta militar y los grupos armados disidentes se ha intensificado desde el golpe de estado del 1 de febrero.

La zona occidental del estado de Rakhine se mantuvo relativamente calma gracias al alto el fuego entre los insurgentes locales y el ejército, lo que permitió a miles de intrépidos escalar la "montaña de los 500 patos" el jueves, por primera vez en cuatro años.

Los escaladores comenzaron bajo las estrellas, iluminando su camino con sus teléfonos celulares, aferrándose a troncos o raíces de los árboles para subir la colina y ayudándose mutuamente en los pasajes difíciles.

"Aunque es cansado, estoy feliz porque hay mucha gente", confiesa a la AFP Tun Shwe Tha, que comenzó su ascensión a medianoche. "Y además quemo calorías", añade riendo.

El hombre, de 66 años, afirma que le tomó más de tres horas llegar a la cima, custodiada según la creencia por un espíritu "Nat", una divinidad venerada en Birmania, que se rodeó de 500 patos que le servían de guardianes.

"Me han dicho que esta montaña es muy sensible en términos de espiritualidad porque el guardián Nat es muy sensible", explica Wai Yan Aung, otro fiel.

"Me advirtieron que es importante hablar con corrección y no insultar a nadie", una de las reglas principales durante la ascensión, al igual que comer pato la noche anterior y la siguiente.

Antes de la ascensión, miles de personas se reunieron al pie de la montaña para presenciar obras de teatro o pasear, lejos de los violentos enfrentamientos y explosiones de bombas diarias en el resto del país.

La semana pasada, un recrudecimiento de la tensión entre el ejército birmano y el ejército de Arakan, que controla la región, hizo temer un retorno a los enfrentamientos que, en 2019, desplazaron a más de 200.00 personas en el estado de Rakhine, uno de los más pobres de Birmania.

Los escaladores no quieren volver a la violencia. "Somos pacíficos, no queremos oír disparos", asegura Tun Shwe Tha.

bur-rma/del/clr/mab/me

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