Pese a haber sido multado por una fiesta de cumpleaños que infringió las restricciones contra el covid-19, Boris Johnson parece poder permanecer en el cargo a corto plazo. Pero la crisis del "partygate" no ha terminado para el primer ministro británico, que se expone a nuevas sanciones y queda debilitado ante la opinión pública.
Tras la indignación por las revelaciones sobre las fiestas ilegales organizadas en Downing Street por los mismos políticos que impusieron el confinamiento a los británico, la rebelión de principios de año en las filas del Partido Conservador de Johnson parece calmada.
Para sus aliados más cercanos, sería fútil expulsar al líder conservador por una celebración de cumpleaños sorpresa que duró menos de 10 minutos entre dos reuniones, el 19 de junio de 2020.
Según el diario The Sun, no había ni siquiera una tarta y las cervezas estaban tibias.
Pero incluso para los más estrictos, ahora no es el momento, en plena guerra de Ucrania, de lanzar el proceso para remplazar al inquilino de Downing Street.
Johnson ha estado al frente de la respuesta occidental a la invasión rusa y fue el primer dirigente de una gran potencia en visitar Kiev, llevando promesas de armas al presidente ucraniano Volodimir Zelenski el pasado fin de semana.
"Todos somos humanos, la gente comete errores", defendió el ministro de Transportes, Grant Shapps, en el canal Sky News. Johnson "no tenía intención de infringir la ley, y tiene un trabajo importante que hacer".
Aunque sea simbólica, la multa de 50 libras (65 dólares) no tiene precedentes para un jefe de gobierno en funciones, sin mencionar que Johnson había asegurado al Parlamento que no infringió las normas.
Desde su casa de campo en Chequers, el líder conservador pidió "disculpas completas". Pero este político conocido por su talento para escapar a las crisis ha dejado claro que no tiene intención de dimitir.
La oposición laborista, que reclama su partida, poco puede hacer: las próximas elecciones generales están previstas en 2024.
Y un único diputado conservador, Nigel Mills, considera ahora "imposible" que Johnson siga en el cargo tras admitir que infringió un confinamiento que él mismo impuso al país.
El escándalo ha hundido la popularidad de "BoJo", que triunfó en las elecciones legislativas de 2019 con la promesa de lograr el Brexit.
Según el instituto YouGov, el 57% de los británicos cree que debería dimitir tras haber sido multado.
El país celebrar elecciones locales a principios de mayo y si los resultados son malos los conservadores podrían recuperar sus sed de sangre.
Las multas pagadas el martes por Johnson, su esposa Carrie y su ministro de Finanzas Rishi Sunak, entre otros, no ponen fin al "partygate".
La policía, que ya ha puesto más de 50 sanciones, sigue investigando.
Según la prensa, el primer ministro asistió a cinco fiestas además de su cumpleaños sorpresa: despedidas de empleados, una encuentro social en su residencial oficial y una fiesta en el jardín en una soleada tarde de primavera.
"Los votantes podrían cambiar de opinión si hay multas adicionales y nuevos titulares en la prensa y, por consiguiente, los diputados conservadores podrían cambiar de opinión si las elecciones de mayo van mal", advierte Anand Menon, del King's College de Londres.
Johnson "es claramente capaz de superar situaciones de una manera que otros primeros ministros no habrían podido, pero no es sobrehumano", dice a la AFP. "Al final, si parece que no va a ganar las elecciones, el Partido Conservador actuará".
Una vez concluida la investigación policial, la alta funcionaria Sue Gray deberá presentar un informe interno largamente esperado. Una primera versión, reducida para no interferir en las pesquisas policiales, señalaba "errores de liderazgo y juicio" en Downing Street, señalando reuniones injustificadas y abuso del consumo de alcohol en el trabajo.
El documento final será "muy importante" para los diputados conservadores, dijo a la BBC Hannah White, experta del centro Institute for Government.
"Aportará contexto, quizá contenga pruebas como correos electrónicos (...) los diputados tendrán entonces más pruebas para decidir si el primer ministro era creíble cuando dijo que no tenía la impresión de infringir las reglas", subraya.
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