La doble campeona olímpica de bobsleigh Kaillie Humphries se marchó de su Canadá natal tras denunciar acoso de su entrenador, pero sigue soñando con competir en sus cuartos Juegos, solo que esta vez bajo la bandera estadounidense.
Luciendo un suéter con las siglas "USA" y el pelo recogido con una cinta estrellada, esta gran figura del bobsleigh femenino es todo sonrisas después de lo que considera "una gran semana".
"Me siento un poco abrumada, no voy a mentir", reconoce la deportista, entre risas, en una entrevista con la AFP desde Altenberg (Alemania), donde participaba en la Copa del Mundo de bobsleigh.
Nacida en Calgary (oeste de Canadá) hace 36 años, Humphries acababa de saber que su proceso de dos años para obtener la ciudadanía estadounidense había sido exitoso, lo que le abre las puertas para representar a Estados Unidos en los próximos Juegos de invierno de Pekín (4-20 de febrero).
Dos días más tarde, Humphries subió a lo más alto del podio, logrando su 28ª victoria en la Copa del Mundo. Tras varios años de "grandes altibajos", ahora siente "una gran sensación de orgullo y logro".
En agosto de 2018, Humphries presentó una denuncia contra su entrenador, por acoso moral y físico. Esta situación derivó en una ruptura con el equipo canadiense y su traslado a Estados Unidos, con cuya selección nacional compitió en una prueba de la Copa del Mundo en 2019.
Posteriormente, una investigación independiente de la federación canadiense de bobsleigh no encontró pruebas suficientes para demostrar el supuesto acoso.
"Mi carrera deportiva había terminado en Canadá", asegura Humphries. "Sabía que ya no era seguro para mí continuar en ese entorno".
"Me encontraba en una situación en la que todos los días tenía miedo, no sabía si me iban a dar un puñetazo en la cara porque había dicho algo incorrecto", recuerda la deportista, que refiere haber padecido "amenazas" y "humillación pública".
"Intenté alzar la voz" pero recibí poco o ningún apoyo, lamenta. Marcharse "no fue una decisión fácil (...) Me mató hacerlo".
Ahora sueña con tomarse una revancha deportiva en Pekín, donde aspira a sumar dos medallas olímpicas más a su colección, una en bobsleigh doble femenino y otra en monobob femenino, una novedad en esta cita olímpica. Con Canadá alcanzó el oro en 2010 y 2014, y el bronce en 2018.
En las redes sociales, Humphries publica regularmente vídeos de sus sesiones de entrenamiento. Luciendo una larga melena rubia en un lado de la cabeza y rapada en el otro, las imágenes la muestran haciendo flexiones en su casa o entrenando en las calles de Carlsbad (California), donde vive con su marido, el ex 'bobsledder' estadounidense Travis Armbruster.
Ahora está convencida de que los retos de los últimos años la han hecho más fuerte y aboga por un deporte libre de entrenadores tiranos y violentos.
"El cambio es tan liberador. Me siento libre, segura y fortalecida en este ambiente", dice sobre su paso a formar parte del Team USA. "Estoy con personas afines que me empujan a ser lo mejor que puedo ser física y mentalmente", dice. "Me consideran una líder... Me respetan como mujer, como deportista".
"Todo el mundo merece ser tratado con respeto, estar en un entorno seguro y no tener miedo a ser golpeado o acosado o maltratado", remarca.
Humphries también ha peleado por un mayor espacio para las mujeres en su deporte. A instancias suyas, la federación internacional abrió a las mujeres la prueba reina, el bobsleigh de cuatro hombres, permitiendo la competencia en equipos mixtos.
Hacia el 17 de enero Humphries debería saber si podrá participar en sus cuartos Juegos en Pekín, lo que para ella ya sería una gran victoria.
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