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El líder del laborismo británico aparece ante una izquierda dividida

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El líder de los laboristas británicos, Keir Starmer, tendrá que esforzarse el miércoles para convencer a sus filas de que tiene madera de primer ministro y superar las divisiones que desgarran al principal partido de oposición, que se reúne en Brighton.

Debido a la pandemia, es la primera vez desde que se convirtió en líder de la formación en abril de 2020 que habla en persona a los militantes en su conferencia anual, organizada en esta localidad costera del sur de Inglaterra.

En un discurso de clausura que despierta grandes expectativas, este exabogado de 59 años debe presentar su visión para el Reino Unido.

Espera acallar a quienes le achacan una pésima comunicación, cuando aspira a superar una larga lista de derrotas electorales laboristas para volver al poder en 2024, imponiéndose a los conservadores de Boris Johnson, aupados por el Brexit.

"Diagnóstico contundente del estado" del país, el discurso "expondrá los fracasos a corto plazo del gobierno conservador (...) y los problemas que se están agravando por su negligencia a largo plazo", según avanzó el partido en un comunicado el martes por la noche.

Pandemia, globalización, crisis climática, relación con Europa o independentismo escocés, "las cuestiones a las que nos enfrentamos en el Reino Unidos hoy, son grandes", prevé decir. "Pero nuestra política es muy pequeña, así que debe crecer para hacer frente a la escala del desafío", urgirá según un extracto avanzado de sus discurso.

Tras más de diez años de gobiernos conservadores y un año y medio de pandemia, Starmer podría tener vía libre. Especialmente cuando el gobierno de Johnson está enzarzado en la crisis de los combustibles y los problemas de abastecimiento de los supermercados, agravados por el Brexit.

Pero esta conferencia, que se presentaba como el momento para que Starmer se reafirmara, no deja de agriarse desde su inauguración el sábado, lastrada por las luchas internas.

La número dos, Angela Rayner, llamó a los conservadores "escoria" y Starmer se negó a apoyarla. Después, en una entrevista con The Times, ésta contempló la posibilidad de presentarse a la dirección del Partido Laborista "si fuera lo correcto para el partido y el país".

Una diputada desistió de ir al congreso tras ser acusada de transfobia por decir que sólo las mujeres tienen cuello uterino, y Starmer la desaprobó.

Pero, sobre todo, el líder tiene una falta de entendimiento con el ala izquierda del partido, que se ha mantenido fiel a su predecesor Jeremy Corbyn.

Mucho más al centro, Starmer se los puso en contra al renunciar al compromiso de nacionalizar a los gigantes de la energía.

Estas tensiones culminaron el lunes con la dimisión de un miembro de la cúpula laborista, Andy McDonald, con el pretexto de un desacuerdo sobre el nivel del salario mínimo, pero denunciado por los aliados de Starmer como un intento de "sabotaje".

"Tras 18 meses bajo su liderazgo, nuestro movimiento está más dividido que nunca", acusó McDonald, cuya renuncia dejó en segundo plano la promesa de invertir decenas de miles de millones contra el cambio climático.

En la cúpula del partido, algunos temen que Starmer se aleje de las verdaderas preocupaciones de los británicos y pierda una oportunidad de oro para arremeter contra el gobierno conservador de Johnson.

"Si Keir acierta el miércoles, puede levantar el ánimo de todos y seguir adelante. Si no lo hace, y no despegamos en las encuestas, Keir es una persona lo suficientemente sensata como para (...) evaluar su propio futuro", consideró el ex número dos del partido, John McDonnell, en Times Radio.

Su primer año y medio como líder laborista no ha sido un camino de rosas. Heredó, en pleno confinamiento, un partido indeciso sobre el Brexit y su posicionamiento político, sumido en acusaciones de antisemitismo crónico y lastrado por la debacle de las elecciones generales de 2019, su peor resultado en 85 años y su cuarta derrota consecutiva.

"Fundamentalmente, tiene que decirle a la gente qué sentido tiene un Partido Laborista en el Reino Unido en 2021", encontrando las "palabras adecuadas", explica a la AFP Steven Fielding, politólogo de la Universidad de Nottingham. "No es una tarea fácil, sobre todo cuando los laboristas siguen teniendo muchos problemas".

mpa/acc/es

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