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El partido de Merkel tiene la sensación de partir de cero para las elecciones

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Los conservadores alemanes, a la zaga en las encuestas, se ven obligados a volcarse en la campaña electoral, algo que en los últimos años la popularidad de Angela Merkel había convertido en casi prescindible.

En la plaza medieval de Bremen (norte), el candidato de la derecha Armin Laschet sube al estrado al son del "Ojo del tigre", la legendaria banda sonora de la película Rocky III.

Una forma quizá para el líder de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de motivarse con este himno sobre la victoria y el ansia de reconquista, cuando falta una semana para las legislativas del 26 de septiembre.

Superado en los sondeos por su rival socialdemócrata (SPD), Armin Laschet tiene a los suyos en una situación de vulnerabilidad que llevaban tiempo sin experimentar, después de cuatro mandatos consecutivos de Angela Merkel.

"Que esté tan reñido no me lo esperaba", reconoce Hans-Georg Friedrichs, militante de la CDU desde hace tiempo en Bremen. Armin Laschet "no se beneficia de la ventaja de los salientes, tuvo que darse a conocer", analiza este notario.

"El problema es llegar después de Merkel", afirma una miembro de la directiva local de la CDU, Kerstin Eckardt. "Volvemos a partir de cero, tenemos que convencer".

"Esta vez es una campaña de verdad, no se da por hecho como antes", constata una militante del partido.

Tal vez Armin Laschet no era consciente de su poca popularidad, observa Bernd Neumann, exministro de Angela Merkel.

El candidato del SPD, Olaf Scholz, es ministro de Finanzas de la gran coalición desde 2018: "Es conocido, puede hacer valer su experiencia en el gobierno", señala Neumann.

Armin Laschet dirige desde 2017 el estado federado de Renania del Norte-Westfalia, la región más poblada de Alemania, y nunca fue ministro.

Fue elegido a la cabeza de la CDU hace menos de un año y su llegada al cargo se vio empañada por una guerra interna con otro barón regional, Markus Söder, líder de los conservadores bávaros (CSU) que también era candidato al puesto.

"Si hubiera habido un solo aspirante, nos habrían dicho 'no pasa nada en el partido, no sois democráticos' y con dos candidatos nos reprochan ¡no estar unidos!", comenta Hans-Georg Friedrichs.

Pero los militantes reconocen que esta rivalidad ha dejado huella en un momento en el que la salida de Angela Merkel abría un vacío político.

"Yo contaba con que iba a ser duro. Que seamos segundos en las encuestas es algo que no nos había pasado en mucho tiempo", admite Claas Rohmeyer, diputado regional del estado federado de Bremen, una ciudad comercial que tiene su propio parlamento.

El partido más grande de Alemania, que ha dominado la vida política desde la posguerra, "se enfrenta a cambios significativos, algo normal después de 16 años", estima, comparando esta nueva página con el final de la era Helmut Kohl, el exmentor de Angela Merkel que gobernó de 1982 a 1998.

La CDU nunca ha caído por debajo del 30% de los votos en unas elecciones legislativas, pero en esta ocasión las encuestas le atribuyen entre el 20 y el 22%, frente al 25% del SPD y en torno al 15% de los Verdes.

"Vemos la misma tendencia en toda Europa, los grandes partidos se debilitan", constata Theresa Gröninger, colaboradora regional de la CDU. "Se acabaron los tiempos de la estabilidad y de las grandes mayorías".

Armin Laschet, liberal moderado y proeuropeo, es un sucesor de la línea política de Merkel, que tiende al centro.

Pero en una campaña electoral donde el clima es uno de los temas estrellas se le acusa de falta de ideas nuevas. Su principal promesa es arremeter contra los obstáculos burocráticos que frenan la realización de proyectos relacionados con el desarrollo sostenible.

"En temas importantes, como la política climática, la prioridad para Alemania es recuperar su fuerza económica después de la pandemia", dijo durante su mitin de Bremen, bajo los abucheos de un grupo de militantes radicales que le tachan de "peor opción para el clima".

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