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En Yenín, "victoria incompleta" de los presos palestinos fugados

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El 6 de septiembre por la mañana, los teléfonos empezaron a vibrar en Yenín. Seis lugareños habían conseguido lo impensable: escaparse de una prisión israelí, una "victoria" para los palestinos, estropeada después por el arresto de los líderes de la banda.

"En la primera hora después de anunciarse la evasión, nos llenamos de esperanza. Nos decíamos 'Si todavía no ha sido detenido, puede que quede libre para siempre'", recuerda Abu Antoine, tío de Zakaria al Zubeidi, el más conocido de los seis.

Zubeidi se dio a conocer durante la segunda Intifada, el levantamiento palestino de comienzos de los 2000, como el líder de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, el brazo armado del partido Fatah, en el campo de Yenín, uno de los bastiones de la contestación armada.

En Yenín, los carteles dedicados a los "mártires" de la Intifada todavía cuelgan en los muros como si el levantamiento todavía no hubiera terminado. Desde hace días, a su lado han aparecido los pósteres de unos nuevos "héroes", y estos no han fallecido.

Cuando Zubeidi y cinco miembros de la Yihad Islámica, otro gran grupo armado palestino de Yenín, se escaparon de la prisión israelí de Gilboa a través de un túnel cavado bajo un lavadero, la ciudad estalló de alegría.

Como los fugitivos no habían sido capturados en la zona, los lugareños dejaron volar sus ilusiones y los ubicaban ya cruzando la frontera con Jordania para dirigirse después a Siria, país enemigo de Israel.

Pero el viernes por la noche se toparon con la realidad: dos fugitivos, Mahmud Ardah y Yaqub Qadri, habían sido encontrados y detenidos. Al día siguiente, lo serían Zakaria al Zubeidi y Mohammad Ardah.

"Esta evasión fue y sigue siendo una victoria para los palestinos, pero con los arrestos la victoria no es completa. Es como un partido de fútbol: hemos ganado, pero el resultado final es más ajustado de lo esperado", dice el tío de Zubeidi.

Según explica, el abuelo por parte de madre ya se había escapado de la prisión de Shata, el precedente de Gilboa.

Era el año 1958 pero, más de 60 años después, en los grupos de WhatsApp circulan recortes de prensa de la época para atestiguar la "gloria" familiar.

Otras imágenes también se han hecho virales, como las de los cuatro fugitivos arrestados pero con posado sonriente para subir el ánimo con una palabra: "intisar", "victoria".

Con 20 años, Ahmed se desgañita en las calles de Yenín para rendir gloria a estos presos palestinos "que han desbaratado el ejército más tecnológico de todo Oriente Medio".

"Cuando se escaparon, estaba eufórico (...) pero con los arrestos tenemos que luchar contra nosotros mismos para mantener este sentimiento vivo", reconoce.

La cadena de la Yihad Islámica, Palestine Today, emite en bucle los homenajes a los escapados poniendo en primer plano a Mahmud Ardah, que pasó los últimos 25 años de su vida en la cárcel por ataques contra Israel y al que se considera ideólogo de la evasión.

En el pueblo de Arrabah, a la salida de Yenín, una pancarta gigante de este combatiente decora la casa familiar. En el salón, su madre, vestida con un hiyab rosa pálido, no aparta los ojos de Palestine Today.

Cuando se escapó, "bailaba de alegría (...), esperaba que abriera la puerta de casa para venir a verme", recuerda. Pero finalmente nada.

Un hermano de Mahmud Ardah, Mohammad --no confundir con el fugado con el mismo nombre--, asegura que fue contactado por un oficial de inteligencia israelí.

"Me dijo: 'Si Mahmud vuelve a casa, déjalo abrazar a su madre y después llámanos para que vayamos a detenerle'. Yo respondí: 'No, no os llamaré'".

En ningún momento se vio en esa situación. El fugitivo fue detenido sin plantar resistencia en Nazaret tras cinco días de huida.

"No llegaba a creérmelo, estaba triste, pero me dije que al menos todavía estaba vivo y que estos cinco días de libertad, es el equivalente a 50 años para él", se consuela.

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