Miles de japoneses y dignatarios extranjeros rindieron homenaje el martes al asesinado ex primer ministro Shinzo Abe en un funeral de Estado que generó protestas pero también largas colas de personas que querían ofrecer flores y plegarias.
Las cenizas de Abe, llevadas por su esposa Akie, llegaron al enorme recinto Budokan de Tokio, al son de un saludo de 19 salvas en honor del fallecido líder.
La caravana que cargaba con sus restos viajó desde la residencia de su viuda en la capital, pasando por un pasillo de soldados con uniforme blanco que mantenían la posición de firmes.
Fuera del Budokan, miles de japoneses esperaban para dejar flores, generalmente blancas, frente a un retrato de Abe y rezar una oración en dos carpas que abrieron con una hora de adelanto.
Toru Sato, de 71 años, esperaba apoyado en su bastón. "Solo conocía a Abe-san por la televisión. Trabajó tan duro. Su muerte fue tan trágica. Lo siento mucho por él", dijo a AFP.
Koji Takamori llegó desde la región norteña de Hokkaido con su hijo de nueve años. "Yo quería agradecerle, ha hecho mucho por Japón", comentó el hombre de 46 años.
"Honestamente, también quise venir porque ha habido tanta oposición, es casi como que estoy aquí para oponerme a los que se oponen" al funeral, agregó.
Aunque en menor número, también había en la zona detractores que después deben manifestarse enfrente del Parlamento.
Abe fue el gobernante de Japón que más tiempo estuvo en el cargo y una de las figuras más reconocidas del país, recordado por cultivar alianzas internacionales y por su estrategia económica llamada "Abenomics".
Renunció en 2020 por problemas de salud, pero continuó como una figura política clave y hacía campaña por su partido de gobierno cuando un hombre le disparó el 8 de julio.
El tiroteo estremeció al país, con bajos niveles de crímenes violentos, y motivó condenas internacionales.
Pero la decisión de organizarle un funeral de Estado, el segundo para un ex primer ministro en la posguerra, generó creciente oposición, con cerca de 60% de los japoneses en contra, según encuestas recientes.
El hombre detenido por su muerte lo atacó por creer que tenía vínculos con la Iglesia de la Unificación, con la cual estaba molesto por las cuantiosas donaciones que su madre hizo a la secta.
El asesinato provocó un nuevo escrutinio de la iglesia y sus métodos de recaudación de fondos, y preguntas incómodas para la clase política de Japón. El partido de gobierno admitió que la mitad de sus legisladores tienen vínculos con la secta.
El primer ministro, Fumio Kishida, se comprometió a que su Partido Liberal Democrático (PLD) romperá sus relaciones con la iglesia, pero el escándalo agravó la molestia por el funeral de Estado.
Miles protestaron por la ceremonia y un hombre se prendió fuego cerca del despacho del primer ministro, dejando por escrito su objeción al evento.
Algunos legisladores de la oposición anunciaron que van a boicotear el funeral.
La polémica tiene varios motivos. Algunos acusan a Kishia de aprobarlo unilateralmente sin consultar al Parlamento y otros protestan por el costo de casi 12 millones de dólares.
También pesa el legado polarizante de la gestión de Abe, marcada por denuncias de amiguismo y el rechazo a su nacionalismo y a sus planes de reformar la constitución pacifista.
El gobierno de Kishida podría esperar que la solemnidad del evento, con unos 4.300 participantes, incluyendo 700 invitados extranjeros, apague la polémica.
Habrá elegías de Kishida y otros políticos, como Yoshihide Suga, quien sustituyó a Abe cuando renunció como primer ministro.
El emperador y la emperatriz de Japón no asistirán por ser figuras nacionales neutrales, pero el príncipe heredero Akishino y su esposa deberán llevar ofrendas florales al final del servicio de 90 minutos.
Estarán presentes la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, y dirigentes mundiales como los primeros ministros de India, Narendra Modi, y Australia, Anthony Albanese.
El líder canadiense, Justin Trudeau, desistió de participar tras el impacto del huracán Fiona en su país.
El evento tendrá una operación masiva de seguridad que consumirá una gran parte del costo del funeral.
Las deficiencias de seguridad que permitieron a un pistolero acercarse a Abe y matarlo motivaron una reforma policial, y medios locales informaron que 20.000 oficiales estarán presentes para resguardar el funeral.
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