La selección femenina de rugby de Nueva Zelanda, más conocida con el apodo de 'Black Ferns' (los Helechos Negros, en referencia al emblema del país), es un equipo aún a la sombra en un país que profesa auténtica veneración por su selección masculina, los 'All Blacks'.
El sábado, con motivo de las semifinales del Mundial femenino, en el Eden Park, donde los 'All Blacks' conquistaron la primera Copa del Mundo de la historia en 1987, y después otra en 2011, contará con cerca de 40.000 espectadores, un récord, para animar a las 'Black Ferns'.
Un signo más de los avances del rugby femenino neozelandés en materia de equiparación con sus homólogos masculinos.
Lo que no impide que en la isla oceánica, aunque en efecto el rugby es el deporte más popular, las 'Black Ferns' hayan tenido que lidiar en el pasado con problemas similares a los sufridos por el deporte femenino en general: baja financiación, falta de apoyo y de publicidad.
La Federación Neozelandesa (NZRU) no comenzó a financiar a su selección femenina hasta 1995, contratando entrenadores profesionales y poniendo las herramientas necesarias para mejorar sus actuaciones, y estableciendo una vinculación contractual con las jugadoras.
Pero desde entonces el equipo ha dominado el panorama mundial con cinco títulos de campeonas del mundo.
Sin embargo, con la pandemia del covid-19, las 'Black Ferns' sufrieron un retroceso tan inesperado como brutal.
Privadas de viajar y con ello de partidos internacionales, las neozelandesas pagaron el precio en su gira otoñal por Europa, hace un año, con cuatro duras derrotas: dos ante Inglaterra (43-12 y 56-15) y dos ante Francia (38-13 y 29-7).
Una serie negativa que tuvo dos consecuencias principales; varias jugadoras, algunas de origen maorí, acusaron a la dirección de palabras hirientes hacia ellas, y se acometió el relevó del seleccionador.
Desde la llegada a mediados de abril de Wayne Smith, exseleccionador de los 'All Blacks', las 'Black Ferns' reencontraron su rugby: terminaron primeras de la fase de grupos del Mundial, marcando 209 puntos (con 35 tries) en cuatro partidos.
Pero sus partidos en Nueva Zelanda sólo son accesibles a través de un servicio de pago, en la plataforma Spark, mientras que los de los 'All Blacks' en el Mundial-2023 serán retransmitidos en la cadena pública TVNZ.
Interrogada por la AFP, la antigua segunda línea de las 'Black Ferns' Eloise Blackwell, campeona del mundo en 2017, se muestra franca.
"¿Quiere mi respuesta políticamente correcta o la otra? La verdad es que hacemos el mismo trabajo que los 'All Blacks'", afirma mostrando su esperanza en un mejor futuro para el rugby de su país.
Porque en Nueva Zelanda, aunque una quinta parte de las 150.000 licencias de la NZRU son de mujeres, el rugby femenino "sigue siendo mayoritariamente amateur, con jugadoras que trabajan durante el día o que son madres de familia", explica a la AFP Shane van Velzen, directora general del equipo Grammar TEC.
A pesar de todo, convertirse en una 'Black Fern' sigue siendo un "sueño" para las chicas neozelandesas, confiesa a la AFP Milahn Ieremia, del Ponsonby Rugby club.
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