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Mariya Lasitskene, ejemplo y portavoz del atletismo ruso

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Estrella mundial del salto de altura, Mariya Lasitskene, que participará con 28 años en sus primeros Juegos Olímpicos, en Tokio, es una de las atletas rusas afectada por los escándalos de su federación, atrapada todavía por los casos de dopaje del pasado.

Junto a Anzhelika Sidorova (salto con garrocha) o Sergey Shubenkov (110 m vallas), Mariya Lasitskene forma parte de los diez rusos autorizados y seleccionados por World Athletics para participar bajo bandera neutral en las pruebas de atletismo de los Juegos Olímpicos.

Triple campeona del mundo (2015, 2017 y 2019), cuatro veces ganadora de la Liga Diamante, Lasitskene había faltado a la cita olímpica en 2016.

La Federación Rusa de Atletismo (RUSAF) estaba entonces suspendida por haber contribuido al sistema de dopaje de estado en el país. Solo la saltadora de longitud Darya Klishina, que se entrenó en los Estados Unidos, obtuvo una derogación.

Las cosas podrían haber terminado ahí. Se había creado un grupo de trabajo para ayudar a los rusos a reformarse. A partir de 2017, el número de atletas autorizados a competir aumentó.

Pero a finales de 2019, World Ahletics descubrió que los dirigentes de RUSAF habían ayudado al saltador de altura Danil Lysenko a encubrir violaciones de las reglas antidopaje. Vuelta al punto de partida, fin de las derogaciones.

Para la discreta Mariya Lasitskene, fue la gota que colmó el vaso.

"¿Por qué no ha cambiado prácticamente nada? ¿Por qué nuestros atletas continúan utilizando sistemáticamente sustancias prohibidas, los entrenadores ligados al dopaje continúan trabajando con total impunidad y se siguen falsificando documentos oficiales?", demandaba en una carta abierta.

Posición valiente, porque en la misma época, las autoridades denunciaban una "histeria" antirrusa y defendía a RUSAF del "complot" occidental.

Pero el rendimiento y la impecable carrera de la saltadora - es capitana del equipo ruso y siempre se ha negado a entrenar en el extranjero - le ahorra las críticas.

Desde entonces, Mariya Lasitskene lucha sin descanso. "Es simplemente vergonzoso", afirmaba también para AFP en 2020, acusando a su federación de haber "hecho la situación aún peor" y encabezando, junto con algunos otros, una comisión de atletas para hacer oír su voz e intentar cambiar las prácticas.

Que no engañe la aparente fragilidad de esta morena, alta y delgada (1,82 m, 57 kg). Desde su infancia en Prokhladny, ciudad situada en las estribaciones del Cáucaso ruso, zona a la que sigue muy apegada y donde suele entrenarse, Mariya Lasitskene siempre ha demostrado un hambre voraz por la victoria.

En 2016, su sueño olímpico se había roto algunos días antes de la ceremonia de apertura de los Juegos de Río.

"Cuando conocimos la noticia, estábamos en plena competición. Veinte minutos después, Mariya saltó dos metros, quería demostrar que era más fuerte que las chicas que irían a los Juegos Olímpicos", contó a AFP su entrenador, Gennady Gabrilyan.

El entonces entrenador de Educación Física descubrió el talento de la pequeña Mariya cuando tenía solo nueve años, invitándola inmediatamente a unirse a su club de atletismo.

"Enseguida acepté (...) Me gustaba correr y saltar y las lecciones de Gabrilyan nunca eran aburridas", recordaba la saltadora casi veinte años después.

Desde sus fallidos Juegos de 2016, Mariya Lasitskene ha ganado dos campeonatos mundiales consecutivos (2017 y 2019), pero siempre ha manifestado claramente su sueño olímpico.

Sin embargo, Tokio podría llegar muy tarde. Lesionada del muslo en mayo, Lasitskene está fuera de forma. En 2021, saltó solo a 1,88 m, lejos de los mejores del mundo o de su récord de 2,06 m.

Y la competición está ahí, marcada por la eclosión de las saltadoras ucranianas Yulia Levchenko y Yaroslava Moguchikh. Pero, pese a que las competiciones previas no le son favorables, la saltadora rusa sigue confiando en hacer un buen papel en los Juegos de Tokio.

"Este hecho aumenta la adrenalina e incrementa mis ganas de dar lo mejor de mí misma".

tbm/rco/djm/mcd

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