El primer ministro de Hungría, Viktor Orban, defendió este jueves en una visita oficial a Viena sus virulentas afirmaciones del pasado fin de semana sobre "la mezcla de razas", al alegar que representan "un punto de vista cultural".
"A veces sucede que hablo de una manera que puede malinterpretarse, pero le he pedido al canciller [Karl Nehammer] que ponga la afirmación en un contexto cultural", declaró Orban en una rueda de prensa conjunta con el mandatario austriaco.
"En Hungría, estas expresiones y frases representan un punto de vista cultural y civilizado", prosiguió.
El líder nacionalista húngaro, acostumbrado a las diatribas antiinmigración, rechazó el sábado la visión de una sociedad "multiétnica" en un discurso en la región rumana de Transilvania, donde reside una numerosa comunidad húngara.
"No queremos ser una raza mezclada", que se junte con "no europeos", recalcó Orban, antes de lo que pareció una alusión al "saber hacer alemán" con las cámaras de gas para criticar el plan de Bruselas de disminuir el consumo europeo en un 15%.
Esto le sirvió duras críticas por parte de la comunidad judía y la dimisión de un asesor.
Estados Unidos consideró el jueves "inexcusables" las declaraciones del primer ministro nacionalista de Hungría.
El portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, leyó a los periodistas una declaración de la enviada de Estados Unidos contra el antisemitismo, Deborah Lipstadt, quien deploró que décadas "después del Holocausto es inexcusable para un líder menospreciar los asesinatos masivos de los nazis".
Los comentarios de Orban "no reflejan los valores compartidos que unen a Estados Unidos con Hungría, que sirven como cimiento para la relación entre los dos pueblos", dijo Price.
Desde su regreso al poder en 2010, Orban ha implementado en su país reformas "iliberales", basadas en la "defensa de una Europa cristiana".
En concreto, atacó a los inmigrantes de África y Oriente Medio y a las oenegés que acuden en su ayuda, endureciendo el derecho de asilo y erigiendo vallas en las fronteras.
Por su parte, Nehammer condenó "de manera enérgica cualquier forma de racismo y antisemitismo" y aseguró que ambos dirigentes habían abordado el asunto "con total franqueza".
"Estamos perfectamente de acuerdo", reaccionó Orban, quien dijo estar "orgulloso" de la política de "tolerancia cero" llevada a cabo por Hungría.
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