El legado del expresidente sudafricano Frederik de Klerk, que murió este jueves a los 85 años, y fue quien puso fin al régimen racista del apartheid y liberó a Nelson Mandela de la prisión a principios de la década de 1990, es "importante pero desigual", reaccionó la Fundación Mandela.
"El legado de De Klerk es importante, pero asimismo desigual, algo que los sudafricanos están llamados a tener en cuenta en este momento", indicó en un comunicado la fundación que lleva el apellido del primer presidente sudafricano negro, electo en 1994.
Fue De Klerk quien, en 1990, decidió la liberación de Mandela tras 27 años en prisión. Tres años más tarde, ambos compartieron el premio Nobel de la Paz, por la exitosa transición del régimen racista del apartheid hacia la democracia.
Aunque De Klerk fue ensalzado durante mucho tiempo como un pacificador, también estuvo en el origen de varias polémicas en Sudáfrica que empañaron su reputación, sobre todo por su negativa a asumir plenamente su responsabilidad respecto a la violencia y torturas bajo el apartheid.
El comunicado recuerda las palabras que Mandela dijo en el 70º cumpleaños del último presidente blanco del país: "Usted y yo hemos tenido nuestras divergencias, y a veces muy públicas. Sin embargo, nuestro respeto fundamental del uno por el otro, nunca disminuyó. Y, es este respeto, al margen de todas nuestras diferencias, lo que nos ha permitido (...) trabajar juntos y negociar este compromiso histórico que ha maravillado al mundo entero".
"Madiba", nombre del clan de Mandela que se convirtió en su apodo afectuoso, añadio: "si nosotros, dos hombres mayores, o envejeciendo, tenemos una lección para dar a nuestro país y al mundo, es que las soluciones de los conflictos no se pueden alcanzar si los rivales no están fundamentalmente dispuestos a aceptar la integridad del otro", recordó la fundación, que además brinda sus condolencias a la esposa e hijos de De Klerk.
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