Una noche de julio de 2001, millones de personas festejaban que Pekín acababa de obtener la organización de los Juegos Olímpicos de verano de 2008. Dos décadas después, los habitantes de la capital china no desbordan gran entusiasmo a unos días de acoger la cita de invierno de 2022.
La cuenta atrás para este evento (4-20 de febrero) está marcada por la discreción en las calles de Pekín. No hay grandes eslóganes en llamativas letras rojas, ni creativas composiciones florales, ni enormes banderas olímpicas adornando las principales avenidas.
El contraste es por lo tanto absoluto con el fervor popular que rodeó en 2008 los primeros Juegos Olímpicos organizados en el país más poblado del planeta.
"El entusiasmo no es tan fuerte como en 2008", admite Liu, un pekinés que prefiere no facilitar su nombre completo. "En 2008, la estatura económica del país no era todavía tan alta en el mundo, así que pensábamos que acoger los Juegos Olímpicos era un símbolo de renacimiento nacional", explica a la AFP.
"Hoy los Juegos son un evento como cualquier otro", subraya.
En 2008, "China mostró que había subido a la escena mundial, con unos Juegos memorables", indica Heather Dichter, historiadora del deporte en la Universidad de Montfort (Inglaterra).
"Era como la resurrección de la 'marca China', como una primera fiesta sorpresa", estima Simon Chadwick, experto en industria del deporte para la EM Lyon Business School.
Desde ese 2008, el gigante asiático se ha convertido en la segunda potencia mundial y se presenta cada vez con más fuerza como un modelo frente a Occidente.
"Ganando confianza en sí misma, China se siente quizás menos dependiente del resto del mundo y en una posición de fuerza que significa que ya no se preocupa tanto por la mirada exterior", añade.
La pandemia ha tenido obviamente un peso importante. Temiendo por una brecha en su estrategia de 'cero covid', las autoridades chinas han diseñado unos Juegos Olímpicos con evidentes limitaciones, sin espectadores internacionales y organizados dentro de una estricta burbuja sanitaria.
Las sedes olímpicas están por ahora rodeadas de una interminable barrera cerrada herméticamente, que contrasta con el lema de la competición: "Juntos por un futuro común".
Repuntes del número de casos, muy limitados en comparación a lo vivido en otros países, amenazaron incluso a Pekín en las últimas semanas. Ello hizo que las autoridades decidieran no vender entradas para el evento y limitarse a repartir invitaciones, para tener más fácil el control de los flujos de personas.
"La mayor parte de la gente no podrá asistir a los Juegos en vivo", dice un habitante de la ciudad de nombre Jiang Haoling, reconociendo no estar muy interesado por los Juegos Olímpicos.
¿Hay quizás nerviosismo en la población, como ocurrió el año pasado en Japón con los Juegos de verano? La policía detuvo a una mujer que fue acusada de haber propagado un rumor falso sobre que había extranjeros que se habían escapado de la burbuja sanitaria. Esa mujer se expone ahora a cargos penales.
China, que ha conseguido controlar las cifras de la pandemia en su territorio, espera que los Juegos Olímpicos de Pekín sean un islote de tranquilidad en medio del caos sanitario mundial. Con ello quiere también hacer olvidar que el coronavirus fue detectado por primera vez en su país.
"Si hay un fenómeno de recrudecimiento de la pandemia durante estos Juegos, será claramente un fracaso para China y potencialmente habrá un efecto boomerang bastante fuerte para Pekín", advierte Carole Gomez, especialista en geopolítica del deporte en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) de Francia.
En esas condiciones, el régimen comunista no tiene quizás ganas de dar impulso a la propaganda alrededor de los Juegos.
"Hay quizás una sospecha (entre la población) de que esos extranjeros son cómplices de una eventual propagación del virus, sobre todo cuando comiencen a llegar en masa", cree Simon Chadwick.
Los Juegos de Pekín-2022 se disputan además en un momento de tensión creciente entre los países occidentales y China, donde la retórica nacionalista ha aumentado desde la llegada al poder del presidente Xi Jinping en 2012.
"La fiebre ideológica ha aumentado y no sabemos si la gente está más receptiva a esta visión de los extranjeros, presentados como más o menos hostiles y vectores potenciales del virus", según Chadwick.
Hay un factor agravante para los Juegos invernales y es que generan habitualmente menos interés que los de verano.
Entre las clases populares, "algunas pruebas como el curling no hacen quizás soñar como pueden hacerlo los 100 metros (de atletismo)", constata Chadwick.
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