El abogado Sebastián Sichel, quien se considera a sí mismo como un caso exitoso del "sueño chileno" tras una niñez carenciada bajo la dictadura, llegó en democracia a codearse con la élite y convertirse en candidato presidencial de la coalición oficialista de centroderecha.
Sichel, que se define como independiente, reniega de las opciones políticas extremas de izquierda y derecha. "Estoy tratando de construir esa identidad liberal en Chile, una identidad liberal de centro", dijo en entrevista a la AFP.
De 44 años, sin afiliación partidaria pero con un paso previo por la Democracia Cristiana, dio la sorpresa el 18 de julio en las primarias de la centroderecha oficialista al imponerse contra todo pronóstico a otros tres candidatos. Enttre ellos figuraba el exalcalde de la comuna de Las Condes, quien lideraba por años los sondeos del sector.
Sin que ninguna encuesta previa lo situara al frente, Sichel reivindica su capacidad para transitar por varias agrupaciones del centro político.
Este exministro de Desarrollo Social del actual gobierno de Sebastián Piñera y presidente del Banco Estado, cargo que dejó para ser candidato presidencial, está convencido de que los chilenos quieren posiciones "moderadas" tras dos años de convulsión política por la revuelta social que se inició en octubre de 2019.
"El mundo cambió y los políticos tienen que asumirlo", dijo Sichel, quien en 2013 se presentó sin éxito como candidato a diputado.
Para él, los extremos de izquierda y derecha se estancaron en una lógica de 1990. "Ven dos mundos, esa postura binaria, Guerra Fría. Muestran esa polarización simplemente y no la sutileza de la complejidad del ciudadano", afirma.
Luego de su triunfo en las primarias, su popularidad fue decayendo por una serie de errores "no forzados", según analistas.
Tras amenazar con no respaldar la reelección de los congresistas que apoyaran el proyecto de ley para establecer un cuarto retiro anticipado de fondos de pensiones -cuestionado por el gobierno- se vio forzado a reconocer que él mismo extrajo montos de su jubilación.
También fue cuestionado por haber hecho lobby para empresas privadas en su faceta como abogado.
Esos errores lo hicieron caer en las encuestas y ayudaron a levantar la figura del ultraderechista José Antonio Kast, a quien varios miembros de la coalición de gobierno le han entregado públicamente su apoyo al considerar que Sichel no los representa.
En una controvertida declaración de prensa el 26 de octubre, Sichel resaltó que los partidos oficialistas son libres de apoyar al candidato que quieran pero sin condiciones. "No vamos a aceptar el chantaje de aquellos que quieren que me transforme en algo que no soy: una persona de extrema derecha", dijo, visiblemente ofuscado.
Sichel se ha explayado públicamente sobre las carencias que tuvo en su niñez. Hijo no reconocido, con una madre con problemas con el alcohol y un padrastro violento, vivió en varias casas y países, hasta que su abuelo lo rescató y le dio la estabilidad que le permitió acceder a una beca y estudiar derecho en la Universidad Católica de Chile, donde comenzó a codearse con la élite.
"Me importaba el reconocimiento social, ser aceptado por la élite", confesó Sichel en una entrevista.
Tras titularse de abogado en 2001, comenzó una ascendente carrera profesional, logrando altos cargos en empresas privadas que le permitieron acceder al llamado "sueño chileno" de prosperidad.
Cuando tenía 30 años conoció a su padre biológico y decidió luego cambiarse su apellido. Hasta ese entonces, se llamaba Sebastián Iglesias.
Casado y con tres hijos, nunca fue afín a la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
"Nunca fui partidario de 'Pinocho', pero tampoco fui partidario de una izquierda chilena que yo creo que ha involucionado democráticamente y valida la violencia y se ha transformado en una izquierda estadista, entonces uno tiende a sentirse huérfano en política", asegura.
Cree que desde 2019, el país atraviesa "una revolución democrática, una clase media que se formó en los 90 con un país que creció pero con una clase media que está aburrida de una élite que define las rutas del país".
Excatólico -como muchos chilenos de su generación-, Sichel está a favor del matrimonio igualitario, la adopción entre parejas homosexuales, apuesta a la equidad de género y destaca el papel de la mujer recordando a su madre, que lo crió a él y a su hermana sola.
Pero Sichel admite "tener un tema ahí" con el aborto libre, pues cree que "la vida empieza en la concepción", por lo tanto apoya el aborto tal como rige hoy en Chile, en tres causales: riesgo de vida, inviabilidad fetal y violación.
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