Lanzada hace treinta años, la J-League, el campeonato de fútbol japonés, contribuyó al crecimiento de este deporte en el país y ha hecho de la selección nacional una participante habitual en la Copa del Mundo.
La J-League, cuya nueva temporada comienza el viernes, recorrió un largo camino desde su inicio en 1993 en un acto lleno de luces, de guitarras de rock y de fuegos artificiales en el Estadio Nacional de Tokio.
La temporada inaugural de la liga agrupaba a diez equipos, pero Japón cuenta ahora con 60, que juegan en tres divisiones.
La J-League introdujo el fútbol profesional en el país del sol naciente, sustituyendo a los antiguos equipos de empresas por clubes convertidos en un elemento importante de representación de las comunidades locales.
"La cultura del fútbol ha echado raíces en Japón", resume el presidente de la J-League, Yoshikazu Nonomura.
"Cuando la liga comenzó, pienso que mucha gente la consideraba como un mero entretenimiento llamativo", señala.
"Ahora, treinta años han pasado y pienso que nos acercamos a la verdadera J-League que queríamos", se felicita.
El fichaje de grandes nombres como Zico, Gary Lineker, Toto Schillaci, Ramón Díaz, Dragan Stojkovic o Guido Buchwald hizo conocer el nuevo campeonato, cuando jugadores locales como Kazuyoshi Miura, Takuya Takagi, Hiroshi Nanami o Masami Ihara se han convertido en estrellas nacionales.
La mejora del nivel también ha ayudado al equipo nacional de Japón, que nunca se había clasificado para una Copa del Mundo antes.
Los "Samuráis azules" hicieron su primera aparición en un Mundial en 1998 en Francia y nunca se han perdido la cita desde entonces.
También han sido campeones de Asia en cuatro ocasiones, un récord.
La J-League está considerada en China como un modelo a seguir, ya que forma jugadores locales de buen nivel, que vienen después a enriquecer a la selección, y posee clubes administrados sobre bases financieras generalmente sanas.
Kengo Nakamura, que ha sido 68 veces internacional con Japón y participó en la Copa del Mundo de 2010, estima que la J-League fue "la base" de mejora de las actuaciones del equipo nacional.
"La J-League comenzó y nos hemos hecho profesionales. Con ello, la consciencia, la motivación y la calidad de los jugadores han aumentado", declaró el exjugador a la AFP.
Los clubes europeos se han interesado por los jugadores japoneses y han atraído a varias estrellas niponas como Hidetoshi Nakata, Shunsuke Nakamura y Shinji Kagawa.
Esta tendencia se aceleró recientemente: así, solo siete jugadores de la selección que disputó la Copa del Mundo en Catar están en el campeonato japonés.
Ello ha desembocado en debilitar el campeonato doméstico.
"Personalmente, me gustaría ver a más jugadores de la J-League en el equipo nacional, ya que ello suscitaría el interés de la gente", señala Kengo Nakamura, que jugó casi 700 partidos con el Kawasaki Frontale.
El club ha ganado la J-League cuatro veces en las seis últimas temporadas, siendo segundo en otra, pero desde 2021 ha visto partir a cinco internacionales japoneses, entre ellos el extremo del Brighton, Kaoru Mitoma, que se ha ido a la Premier League.
Nakamura piensa que será difícil impedir a los jugadores partir a Europa y estima que la tendencia "podría incluso acelerarse" en los próximos años.
De ahí la necesidad, según él, de que los clubes de J-League reciban un dinero por los traspasos "con el fin de poder producir el próximo Mitoma".
"Hay casos de jugadores que terminan su contrato y parten a Europa sin que el club obtenga nada por ellos, lo que es una pena", afirma Nakamura.
El campeonato atrae siempre a un pequeño número de nombres conocidos, aunque se trate de jugadores en fin de carrera.
Los que fueran campeones del mundo Andrés Iniesta, Fernando Torres, David Villa y Lukas Podolski han jugado en Japón estos últimos años.
A sus 38 años, Iniesta se apresta a disputar su sexta temporada con el Vissel Kobe.
El exdefensa Tomoaki Makino, que jugó con Iniesta en Kobe la temporada pasada antes de retirarse, estima que el campeonato necesita de estos grandes nombres para que aumente la calidad general.
"Eso mete también una buena presión sobre el conjunto del club, por ejemplo en lo que concierne las instalaciones médicas, los patrocinadores y los fichajes", señala.
Nakamura tenía trece años cuando vio su primer partido de la J-League en la televisión, un momento que recuerda muy bien.
"Al ver ese partido, me dieron ganas de jugar en la J-League", declara.
"Pienso que eso hizo soñar a muchos niños. De alguna forma, es un momento que cambió mi vida", explica.
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