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Al león catracho también le encanta el paté

Cuadro albo se trajo una ventaja para manejar en el partido de vuelta en Costa Rica el otro jueves.

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¡Qué gacho con Saprissa! Ponga un león y un clásico juntos y verá cómo eso termina en revolcada para el Monstruo.

La visita de los morados a tierra hondureña terminó ayer en otra caída para el cuadro de Walter Centeno apenas tres semanas después de que el León manudo los aporreara 5 a 2.

En el clásico centroamericano, el león catracho trató menos mal a los morados y solo los derrotó por 2-0. Claro, es una ventaja que –bien administrada– le sirve para tenerla casi servida para avanzar a la final de la Liga Concacaf.

Desde que el Saprissa dio a conocer su alineación dejó claro que saldría a sufrir a la cancha del estadio Olímpico Metropolitano.

El once de Paté para enfrentar al león hondureño parecía livianito, con poco oficio para enfrentar al rival más pintado que se ha encontrado en este torneo y que está en plena lucha por el primer lugar en el fútbol catracho.

Un problema con la alineación que tiró Centeno es que no era ni chicha ni limonada. No le servía para tocar la pecosa como le gusta al técnico, pero tampoco le sirvió para mantener a raya al cuadro rival, que dominó desde el arranque y manejó la bola sin mucha bronca.

Cuando Saprissa quería ir al frente era también muy ralito. Prácticamente su equipo titular se quedó en la banca, por ejemplo, Johan Venegas, David Ramírez, Cristhian Bolaños, Michael Barrantes y Marvin Angulo.

Algunos podrían pensar que le estaba dando descanso a jugadores por la mejenga del domingo contra Herediano, pero ¿por qué no puso a David Ramírez si está sancionado en el torneo nacional?

Esas decisiones le empezaron a pesar. Por ejemplo, a los 22 minutos debió hacer el primer cambio de Mariano Torres por el Cachetón y quizás habría sido casi lo mismo que meter a Johan desde el inicio.

Lamentablemente para Walter, Suhander Zúñiga hizo poco acompañado a Randall Leal y a Manfred Ugalde arriba. Más bien una mala marca de Zúñiga fue la que generó que se abriera el marcador.

Ugalde y Zúñiga parecían dos antílopes tratando de meterse en una defensa catracha llena de leones dispuestos a jamárselos. Era más peligroso un ataque de caspa que los chamacos morados.

Los catrachos encontraron las grietas de la inusual línea de tres morada, un sistema defensivo que aplicaron hasta este partido. Hallaron esas grietas a los 12 minutos cuando en un pase de profundidad Edwin Rodríguez anotó, pero en posición prohibida.

El estadio vacío, por estar la cancha castigada, permitía escuchar los gritos del Paté a su equipo. Les pedía que se acomodara, pero como que entendían lo contrario porque nada que lo conseguían y el león del Olimpia se acercó tanto a su presa que la cazó.

Ever Alvarado salió de la zaga para internarse al ataque por la banda derecha, se llevó con demasiada facilidad a Zúñiga, luego a Hadden y la sirvió para que Jorge Bengúche entrara a cerrar sin mucha marca al 23.

El gol no cambió mucho la mejenga durante el primer tiempo. Saprissa seguía sin acercase a la meta contraria y el Olimpía dio la impresión de que bajó un poco las revoluciones.

Llegó el bizcocho

En el segundo tiempo parecía que el guión seguiría tal cual y que el arquero Harold Fonseca iba a estar muy tranquilo, pero algunas cosas pasaron para volverlo un partido más parejo.

El ingreso de Bolaños y la expulsión de German Mejía le dieron un poco de aire al Monstruo, que empezó a enseñar sus armas y apenas dos minutos después de la roja a Mejía los ticos casi, casi empatan.

Bolaños mandó un centro luego de un tiro libre al área, una jugada en la cual Manfred demostró la velocidad que tienen los antílopes y madrugó a la zaga blanca con un cabezazo que Fonseca apenitas pudo desviar abajo.

La jugada tenía sello de gol, pero los jugadores locales pudieron reaccionar a tiempo para rechazar el remate y mandar la bola a un tiro de esquina. Hasta dio la sensación de que sí se trataba de una mejenga disputada.

A diferencia de la etapa inicial en la que Saprissa no le hacía un gol ni a los mosquitos del Olimpia, la expulsión de Mejía le permitió tocar un poco más la pecosa porque ya tenía al menos dos o tres para bajar y hacerlo.

Los hondureños también confundieron el camino. Empezaron a cuidarse con el balón, algo que no hacían en el primer tiempo, y fueron cayendo en el juego brusco y en las patadas. Llegó el bizcocho.

A los 78, Bengúche (¡otra vez!) avergonzó a la zaga morada con un mano a mano con Hadden, a quien el atacante le aplicó tres quiebres que le quebró la cintura en igual cantidad de partes.

Hay que estar atento al parte médico morado para saber cuántos pines necesitará el muchacho para seguir jugando al fútbol luego de semejante bailada.

Sergio Alvarado

Sergio Alvarado

Periodista de La Teja, especializado en deportes. Graduado de la Universidad Internacional de las Américas.

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