En el cumpleaños 36 de Agustín Lleida, el León salió decidido a regalarle una buena tarde a uno de los arquitectos de su brillante presente y lo hizo con una goleada escandalosa de 5-1 ante Pérez Zeledón.

En los últimos meses es claro que los rojinegros le han deparado muchas alegrías al español, pero el día del cumpleaños siempre hay que pulirse para que sea diferente, un momento especial.

El regalito al jefe no fue solo la goleada, incluye el récord del mejor arranque en la historia del club al sumar 12 triunfos seguidos, dejando atrás una marca que era propiedad de Hernán Torres, mejor imposible para Lleida.

Desde muy temprano en la mejenga el campeón nacional se mostró superior a su rival, que sufría en paleta cuando lo presionaban en salida.

Imagínese que ya a los ocho minutos una torta atrás costó el primer gol del juego, luego que Johan Venegas presionó a Henrique Moura y le robara la pecosa muy cerca del área.

El Cachetón se la puso de una a Marcel Hernández, el cubano se la devolvió rápido y entrando al área Venegas la pegó con todo el lujo para hacerle un bañito al arquero Jussef Delgado. Un pepino.

Si la Liga hubiera echado todas las jugadas que produjo en ese primer tiempo se hubiera ido con una ventaja de cuatro goles, tenía metido en el área al Pérez.

Apenas a los diez minutos, Marcel la tuvo para su noveno pepino del torneo, pero se encontró a demasiada gente metida casi que bajo del marco, gambeteó y gambeteó y cuando decidió rematar se la comió.

Venegas, Marcel, Bryan Ruiz, Alexis Gamboa tuvieron opciones muy claras, el campeón llegaba sin dificultad al área, pero le faltaba ese último toque.

Cuando Marcel y Venegas se entienden, todo es más fácil para la ofensiva eriza, se nota que el ocho manudo recuperó confianza después de una sequía de siete fechas sin vacunar.

A eso se le suma lo inquieto que es Jurguin Román uno de los jugadores que más participa del juego ofensivo rojinegro.

Otra novedad que ofrecieron los erizos fue la línea de centrales ante la lesión del méxicano Daniel Arreola. Por primera vez Andrés Carevic tiró a Alexis Gamboa con Fernán Faerrón, una dupla muy joven a la que le puede sacar mucho provecho.

Cuando iba acabar el primer tiempo la vara se movió bastante, primero con un exquisitez que se inventó Bryan Ruiz, un pase de 40 metros que Johan Venegas bajó de una y armó el segundo gol.

La chocobola le quedó a Alonso Martínez quien entrando al área definió con derecha de gran manera al primer palo de Delgado a los 43 minutos.

Daba la impresión que esa jugada podía acabar rápido la mejenga, pero hablando de lujos, Luis Stewart Pérez se jaló un golazo, de esos de colección para poner el descuento.

El volante sureño la pegó desde la esquina derecha del área grande y la metió al ángulo opuesto del marco de Leonel Moreira, quien no tuvo otra cosa que hacer más que contemplar la joya.

Apareció Marcel

Al inicio del segundo tiempo los erizos pudieron ampliar la ventaja, pero el réferi Carlos Salazar se tragó un falta de penal sobre Carlos Mora, pero igual la Liga lo definiría luego.

¿Quién más podría acabar con la esperanza generaleña? Diay, Marcel, que una vez que se soltó ya el hombre anda intratable y no hay quien lo frene.

El viernes Paulo Wanchope dijo que ojalá su amigo anduviera tranquilito, pero él sabe mejor que nadie que el cubano no es así, es un depredador del área y cuando le queda el chance liquida al rival.

Marcel le respondió con un triplete a su compita, al final de la mejenga hasta lo fue a saludar, no había nada que decir, Chope lo más que podía decirle era que no fuera tan concho.

En solo 20 minutos, el cubano liquidó a los sureños con tres pepinos en los que demostró todo su arsenal.

El 3-1 lo sacó a los 71 a pura fuerza, dejando botado tres defensas, humillando una vez más a Moura, dejó tirado a Edder Solórzano y liquidó entrando al área cerca del punto de penal.

En el 4-1, al 88, Marcel se unió una vez más con el Cachetón, quien lo asistió en el área para que luego de quitarse a Delgado firmara la goleada. A ese punto la defensa de Pérez ya ni sabía a quién marcar.

El quinto ya fue grosería, llover sobre mojado, un remate potente de Marcel que Delgado quiso atrapar, pero se le soltó y se fue adentro. Ahí acabó la tortura.