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Andrés Iniesta dijo adiós con un legado infinito de fútbol y clase

El fantasmita tuvo por una última vez el Camp Nou a sus pies

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¿Cómo se mide el impacto de un ídolo en el fútbol?, ¿por talento?, ¿por títulos ganados?, ¿por las veces que un aficionado pagó una entrada para ir a verlo jugar? ¿o las veces que un estadio se puso a sus pies aplaudiendo todos al mismo tiempo?, la verdad es que Andrés Iniesta vivió todo eso y más y no podría decirse por una en específico.

El oriundo de Fuentealbilla, un municipio de Albacete, vistió este domingo por última vez la camiseta de un club al que llegó con 12 años y se despidió a los 34, tiempo suficiente para convertirse en "infinito", como lo indicaba un mural en la gradería del Camp Nou.

El Camp Nou se vistió de gala para despedir a su ídolo Andrés Iniesta. Foto: AFP (LLUIS GENE/AFP)

La mejenga ante la Real Sociedad, en la última jornada de la Liga Española, giró por completo en torno a Andrés, fue un homenaje al hombre y al ídolo que se ganó el estatus de artista a puro talento en la cancha y una actitud intachable afuera de ella.

Apenas a los 8 minutos, el estadio se fundió en un minuto de aplausos y en eso apareció una pancarta gigante con el mensaje "gracias por tanto", para la afición nada fue suficiente para decir adiós a una figura que llegó a cambiar la cara de un equipo.

El golazo de Philippe Coutinho, a los 57, el único del duelo para que el Barça cerrara con victoria, fue apenas una nota al pie, porque el momento verdaderamente cumbre llegó a los 82', cuando el manchego dijo adiós por última vez y el Camp Nou se rindió a sus pies.

Andrés se quitó la cinta de capitán del brazo, la llevó a Lionel Messi y luego se fue a despedir de sus compañeros, le dejó su lugar a Paco Alcacer, para ir a sentarse al banco momentos después, ahí fue donde le cayó la peseta del momento y estuvo a punto de llorar.

Los cánticos del Camp Nou no se callaban, melodías que llegaban hasta el corazón del volante, según lo mostraba las cámaras de televisión que se desconcentraron de lo que pasaba en la cancha por ver la reacción de Iniesta. La noticia era esa.

Cuando acabó la mejenga, Iniesta ya no pudo sostener el nudo en la garganta, las luces bajaron, el Camp Nou le dio la palabra y habló por última vez a su afición.

"Han sido 22 años maravillosos, ha sido un orgullo defender y representar este escudo. Llegué como un niño y me voy como un hombre", indicó entre lágrimas.

Lo mejor que tuvo Iniesta en su carrera es que no era necesario ser culé para disfrutar su fútbol, su talento trascendió camisetas y le dio a su país España, una soñada Copa del Mundo en Sudáfrica 2010.

A la última fecha en España no le faltó emotividad, porque en Madrid se despidió a otro ídolo del fútbol, este pasó de Niño a Leyenda como lo indicaron con un mosaico en las gradas del estadio Wanda Metropolitano del Atlético de Madrid.

Con un 2-2 ante el Eibar, Fernando Torres marcó los últimos dos pepinos de su carrera como rojiblanco, 129 en 404 partidos, en otro adiós llenó de sentimiento y que lo coronó la semana pasada con el título de la Europa League.

El fútbol español despidió de esta manera dos ídolos, dos leyendas que cambiaron la cara de toda una generación para siempre.

Sergio Alvarado

Sergio Alvarado

Periodista de La Teja, especializado en deportes. Graduado de la Universidad Internacional de las Américas.

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