Brasil busca ya al Neymar del futuro

Cientos de padres y sus hijos pulsean en estos días ganar una prueba para determinar si alguno de los jovencitos se convierte en el nuevo Neymar.

Vanessa Dias es una madre que abre un hueco entre los matorrales para tratar de ver cómo su hijo Caua, de 12 años, pasa una prueba en el Vasco da Gama, uno de los mayores clubes de fútbol de Brasil.

En una cancha de Río de Janeiro, unos 200 niños, de 9 a 17 años, participan en una selección, con la esperanza de ser admitidos en el centro de formación.

Pese a que los padres no tienen acceso al estadio, algunos no han dudado en subir una colina llena de árboles, con vistas al campo, para observar a sus retoños.

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"Es bastante sacrificio, pero estoy dispuesta a hacerlo. Estoy desempleada, a veces no tengo dinero para pagar el transporte, pero siempre consigo salir adelante, pidiendo prestado aquí y allá", cuenta Vanessa, de 33 años.

Su hijo es seguidor del Flamengo, gran rival del Vasco en Río, pero no importa. Todos los caminos son buenos para realizar el sueño de convertirse en jugador profesional.

Nada fácil

El "casting" es un filtro despiadado y pocos son los elegidos. Van quedando aquellos que de verdad son sobresalientes.

"En general, el 10% de los chicos pasa el primer tramo de la selección y será sometido a una nueva batería de tests en la sede del club", explica Uerner Leonardo Passos, responsable de la selección.

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Las pruebas, que se extienden durante tres días, se convocan todos los meses.

Repartidos por grupos de edad, los niños deben mostrar su potencial en partidos de veinte minutos.

Con una gorra negra ajustada a la cabeza, Ronaldo Faria, uno de los principales ojeadores del Vasco, no pierde detalle.

Es hermano del mítico Romario, campeón del Mundo con Brasil en 1994 , y la mayor estrella del club en su historia.

"El secreto del fútbol brasileño son las favelas. Hay muchos niños buenos en las comunidades, por eso venimos para observarlos. Juegan en la calle, el campo no es una cancha, es cualquier sitio. Así salen los jugadores buenos", afirma este observador técnico, de gran parecido físico con su hermano mayor.

El Vasco hace todo por descubrir a jóvenes talentos en los barrios pobres. "Nuestros observadores van normalmente a las favelas y tienen una red de contactos en las asociaciones locales, que les avisan cuando ven a un niño con potencial”, explica Luiz Rangel, responsable del departamento de detección de jóvenes talentos del Vasco.

Jacy Oliveira, vecino del barrio popular de Piedade, no tiene ningún vínculo con el club, pero llevó a cuatro jóvenes de su barrio para participar en la selección.

"Hay muchos jugadores buenos que a veces no aparecen porque no tienen dinero para ir a las pruebas", explica este aprendiz de visor, que paga el transporte de su bolsillo esperando encontrar un diamante en bruto.

"Por ahora, solo tengo gastos, pero estoy seguro de que un día una estrella va a brillar en mi camino", dijo Jacy.

Entre los jóvenes que desfilan sobre el terreno de juego, solo uno llama la atención de Ronaldo Faria: Felipe, un menudo lateral de nueve años que dribla con una facilidad desconcertante a sus adversarios, la mayoría de más edad y más corpulentos que él.

A su hermano gemelo, Fernando, le cuesta mucho más. Congeladopor todo lo que hay en juego, tiembla como una hoja al borde del campo.

Uno de los responsables de la evaluación, corre a calmarlo: "No tengas miedo, solo tienes que hacer como siempre, cuando juegas en la calle con tu hermano".

El mayor desafío es mostrar el talento en tan poco tiempo, sin jugar de manera muy individualista.

"Los niños son formateados desde una edad muy temprana, hay cada vez menos que jueguen de forma espontánea", añade Luiz Rangel.

"Observamos toda una serie de características: soltura con el balón, posicionamiento en el campo, manera de hablar con los otros jugadores del equipo... Todo tiene una influencia", resumió.

"Si tratas de lucirte, de hacer cosas diferentes, acabas fallando. Nos piden jugar sencillo, tocar la bola y pasar", cuenta Caio Rodrigues, extremo derecho de 15 años.

Pedro Henrique, de 13 añitos, tiene su propio secreto para impresionar a los ojeadores: gestos técnicos inspirados en videos de sus ídolos: Neymar y Paul Pogba.

"Cuando sea mayor, quiero jugar con Neymar en la selección brasileña", anhela este joven tímido, que esconde su cara entre sus rizos rubios.