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Carlos Alvarado ordenó a sus equipos desde pequeño

Presidente electo disfrutó mucho ser beisbolista durante su infancia

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El presidente electo afirmó sentir gran pasión por el deporte de la pelota chica. Fotografía: Alejandro Gamboa Madigal. (Alejandro Gamboa Madrigal)

El presidente electo, Carlos Alvarado, realizó durante las elecciones del pasado 1° de abril una jugada digna de su deporte favorito al pegar un 'home run' con bases llenas, en dirección hacia el jardín central y a lo profundo para triunfar en las urnas de forma incuestionable.

La victoria aplastante de Alvarado en la segunda ronda electoral pudo perfectamente ser relatada por Ernesto Jérez, narrador dominicano de ESPN, una voz que el nuevo presi reconocería de primera, como lo haría cualquier fiebre del béisbol en el continente americano.

Cuando cerraron los centros de votaciones, los ticos pasaron cerca de dos horas comiéndose las uñas y a punta de té de tilo, hasta que pasadas las 8 p. m., se leyeron los resultados con más del 90% de las meses escrutadas. Aquello fue un batazo en la novena entrada para dejar tendido al rival ya que, el hasta ese momento candidato del Partido Acción Ciudadana, vencía a su rival Fabricio Alvarado de Restauración Nacional, con cerca del 60% de los votos emitidos.

Esta mezcla entre béisbol, política, números y elecciones no es casualidad, ya que el presi electo se enamoró del deporte de la bola chica gracias a las estadísticas, las cuales son fundamentales en este juego, especialmente porque don Carlos considera que los números no mienten.

La historia con el deporte de la pelota chica va más allá de una simple fiebre por parte del recién electo mandatario, ya que dentro de su familia el béisbol tomó un fuerzón en los años 80.

“Eran épocas muy bonitas, empecé jugando béisbol en las canchas de La Sabana, formé parte de un equipo que se llamaba Regional y jugábamos ahí, en Santo Domingo, en la cancha de San Francisco de Heredia, en Alajuela y en Desamparados. Esa fue una parte muy bonita de mi infancia, porque aprendí mucho sobre el trabajo en equipo”, destacó.

Estudioso, analítico, midiendo el momento justo, el béisbol es un juego a la medida para Carlos Alvarado. Foto: Alejandro Gamboa. (Alejandro Gamboa Madrigal)

Don Carlos estaba en segundo grado de la escuela y su hermano, Federico, en quinto cuando les arrancó la fiebre por los batazos. Mientras que Federico anduvo por diversos puestos dentro del diamante, don Carlos rápido le encontró rápido el gusto a ser receptor.

“Fue la posición que me tocó en aquel tiempo, también era buen portero (en fútbol), porque tengo buena coordinación ojo-mano, entonces saqué ventaja de eso a la hora de jugar. Aunque el béisbol es un deporte que no es tan tradicional en Costa Rica me gustó mucho”, explicó.

Curiosamente la posición de receptor se destaca de las otras porque tiene otra visión del campo y una mayor responsabilidad, ya que es el encargado de indicarle al lanzador cuál es el mejor lanzamiento que puede realizar y detectar las debilidades del bateador de turno. Además debe estar ojo al Cristo para evitar un robo de base.

“Mi juego consistía en asesorar a mis pitchers o armando el cuadro en defensa. También tenía que ir viendo dónde iba cada cual, porque un catcher es el principal asesor del pitcher y del entrenador, así que es una posición especial y que lleva mucho desgaste, sobre todo en las rodillas y en la espalda, por lo que también se aprende un poquito de la resiliencia (capacidad de reponerse ante la adversidad).

Federico (primero de amarillo), fue el gran compañero en el diamante para Carlos. Foto: Alejandro Gamboa. (Mayela Lopez)

“Ser catcher formó parte de mi carácter y creo que ese puesto en el béisbol tiene una similitud con ser presidente, ya hay que saber conciliar con el equipo, conocer los distintos estilos de cada pitcher, conocer a todos los bateadores del otro equipo. También hay que saber bien cuándo se hace un swing para alertar al primera base, reconocer al que siempre buscar sacar el home run”, explicó Alvarado.

A finales de los 80, Alvarado empezó a seguir la MLB, así que se hizo fiebre de uno de los equipos de moda de la época, los Dodgers de Los Ángeles, que con el pitcher mexicano Fernando Valenzuela conquistó a Estados Unidos y de pasó el corazón del ahora presidente.

“Viví muy intensamente la temporada del 88 en la que los Dodgers fueron campeones en un partido en el que Kirk Gibson con un tobillo quebrado metió un home run contra Dennis Eckersley, quien en aquel momento era el mejor (lanzador) cerrador de su época”, recordó Alvarado el primer juego de la Serie Mundial ante Los Atléticos de Oakland, al cual casualmente le hacía barra su hermano.

Ese campeonato de la novena angelina podría compararse al triunfo de Alvarado, porque en un inicio de la postemporada los Dodgers no eran los favoritos para llevarse la Serie Mundial, pero acabaron con los Mets y luego con los Atléticos a pesar que en el arranque los pronósticos no los favorecían.

Para Federico, su hermano demostró un gran talento para el juego y en una ocasión hasta tuvo que reforzar a su equipo debido a que un compañero faltó. A pesar de la diferencia de edad no se notó la diferencia.

“Ese día metió hasta un home run, aunque estaba en una categoría que no era la de él”, recordó Federico.

Uno de los principales problemas del béisbol, el cual se mantiene en la actualidad, era la falta de jugadores, por lo que en la liga menor se jugaba a seis entradas y cada pitcher podía tirar un máximo de tres entradas.

“Muchas veces era una novela conseguir jugadores, porque era un deporte que no tenía tradición en este país, pero en la liga había bastantes equipos y solo en La Sabana existían al menos cuatro equipos, recuerdo que uno se llamaba Dragones y otro Bruncas”, explicó.

De vez en cuando el béisbol sale a relucir en la casa de los Alvarado, ya que es una pasión imposible de olvidar.

Sergio Alvarado

Sergio Alvarado

Periodista de La Teja, especializado en deportes. Graduado de la Universidad Internacional de las Américas.

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