Hay que ser sinceros, cuando vimos la cantidad de agua que estaba cayendo en la Joya de La Sabana antes del partido entre Cartaginés y la Liga, lo primero que imaginamos era que íbamos a ver una mejenga fea y llena de pelotazos.
No porque pensáramos que brumosos y manudos practiquen un fútbol así, sino porque cuando llueve tanto y la cancha está tan empozada, es muy difícil jugar bien al fútbol.
Sin embargo, cartagos y erizos se sobrepusieron al torrencial aguacero y se empaparon, pero de buen fútbol, dejando como resultado un más que agradable 2-2.
Más bien fue una lástima que haya ido tan poca gente al estadio, porque este tipo de partidos son los que se disfrutan.
De ida y vuelta, pocas faltas pese a las condiciones de la cancha, llegadas en ambos marcos y por supuesto goles.
Las gradas del Nacional estaban casi chingas, pero era entendible por el temporal y pese a eso, la mejenga no necesitó de ese ingrediente que da la afición para sobresalir.
De hecho, llamó la atención que los equipos, pese a los charcos que había en la grama, se negaban a jugar directo y tocaron a ras de... agua. Aunque jugaran al borde de un error.
Y es que como bien dijo Javier Delgado, técnico del Cartaginés al final del partido: "Ningún equipo entrena pensando en jugar bajo un aguacero así", dicho esto, no quedaba más que ponerse las botas y dedicarse a jugar.
Aunque estuvo bastante parejo, el resultado dejó con sensaciones distintas a ambos conjuntos; a los locales con el sinsabor de dejar escapar tres puntos y a los visitantes con la alegría de pellizcar uno.
Esto porque en dos ocasiones Alajuelense tuvo que correr, in extremis, a igualar al Cartaginés.
Y lo hizo de la forma en la que más duele, con dos tantos en el último suspiro de cada tiempo, cuando el árbitro ya miraba el cronómetro para pitar.
Las acciones
La mejenga comenzó bastante pareja, pero el agua poco a poco comenzó a desteñir la paridad a color blanquiazul.
Los brumosos se sentaron mejor en los charcos y tocaron con propiedad la enjabonada pelota.
Así hasta el minuto 14, momento en el que los de la Vieja Metrópoli abrieron el marcador.
El tanto nació por banda derecha, cuando Gustavo Díaz, mandó un centro a media altura que fue conectado por el mismo de siempre, el sinónimo del gol en Cartago, llamado Rándall y apellidado Brenes, quien conectó la pecosa de seguido con su pierna derecha y la mandó a guardar al fondo de los cordeles.
La anotación cayó como un baldazo de agua fría para los manudos, sí, otro baldazo más y llenó de valor a los locales, quienes tuvieron otra chance más para aumentar las cifras antes del descanso.
Esta llegó al minuto 30, cuando Hernán Fener, uno de los mejores jugadores del partido, remató de seguido un centro que nació por la banda derecha y que no terminó en gol por culpa del horizontal.
La bola iba y venía sin generar mayor peligro cuando al 42 le anularon un gol a Alajuelense, por una supuesta carga de Yuaycell Wright sobre Rándall Alvarado.
Sin embargo, el aviso de la Liga no era jugando y en el último minuto de la primera parte, la amenaza terminó en un golazo de tiro libre de José Luis Cordero.
El diez erizo lanzó un misil de falta directa desde el costado derecho, la pelota se brincó la barrera y se incrustó en la malla defendida por el joven guardameta Luis Diego Rivas, quien pese a la estirada, nada pudo hacer.
Escampó, pero siguió el buen fútbol
Ya para la segunda mitad, el agua dio tregua y eso le permitió a la alfombra de La Sabana drenar los charcos.
Los equipos lo agradecieron y terminaron de dar un espectáculo de cinco llegadas y un gol para cada uno.
Fener, quien fue un dolor de cabeza para la banda derecha eriza, quebró dos veces a José Andrés Salvatierra en el 46 y sacó un remate cruzado, que si hubiese entrado lo tenía que enmarcar en la sala de su casa.
La Liga se repuso al susto y respondió con una seguidilla de ataques, donde no se puso al frente porque no quiso.
La más clara de estas fue al 60', cuando Darío Alfaro encontró un balón suelto en los linderos del área, le metió el taco muy abajo a la bola y la mandó a volar, en una de esas jugadas donde uno cree que es más difícil botarla que hacerla.
Los manudos vivían sus mejores momentos del cotejo, pero en el fútbol, uno de los sabios dichos reza que el que no las hace las ve hacer.
¡Y así fue! Ya que después de desperdiciar un par de claras embestidas, Cartaginés abombó las redes al 78' con el tanto del recién ingresado Dylan Flores.
El exmorado recibió un centro por banda izquierda de Paolo Jiménez, quien también venía entrando a la cancha, centró rastrero y encontró la pinza de Flores, quien tocaba su primer balón desde su ingreso tres minutos antes del gol.
Con el tanto el partido parecía resuelto a favor de los brumosos; sin embargo, el Pato no bajó los brazos, hizo un par de cambios ofensivos que le terminaron dando la presión necesaria para igualar.
Al 89' Jake Beckford remató de lejos, la pelota pegó en el bulto de la defensa cartaginés, quedando dividida en el área.
McDonald le metió un puntazo que pegó en el buen achique de Rivas, el rebote le quedó a Salvatierra servido sobre el costado derecho, pero con un mar de piernas infinito por donde un remate, difícilmente, se iba a colar, por lo que el lateral, de forma inteligente, hizo que iba a rematar a marco, pero más bien tiró un centrito preciso a la cabeza de Kenner Gutiérrez que nada más la empujó al fondo de la red.
En los cuatro minutos que quedaron ambos equipos lo intentaron, pero el marcador no se movió y aunque el fútbol no es de merecimientos, el empate terminó siendo un justo premio para dos equipos que este domingo se empaparon de buen fútbol.