Un carro único en Costa Rica, que fue restaurado durante doce años y que hoy se luce en ferias, sobre todo las de Chevrolet, es el chineado de don Allan Gutiérrez, un mecánico empírico de 82 años.
El señor es vecino de Desamparados de Alajuela, compró el carro en 1972 y lo fue terminando de restaurar en 1990, luego de armarlo en madera él mismo, porque algunas piezas ya no existían o estaban podridas por polillas. Eso sí, la parte mecánica es la original.
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El auto está bellísimo y generó sensación en la última feria en la que estuvo en exhibición, a mediados de julio.
¿Por qué el carro es tan especial?
Es único en Costa Rica y, además, lo compró desarmado, en cajas y cuando no tenía idea de cómo armarlo. Fue donde su papá, quien lo metió en el mundo de los motores, y mandaron a traer catálogos del carro a Estados Unidos (no era como ahora, que en unos diez segundos lo tiene en su teléfono), más bien, había que enviar una carta y esperar unos meses para que llegara el material.
Pero así lo fue armando; de hecho, en el camino de la restauración, se hizo de otros carros, pero nunca dejó de meterle cariño e inversión al viejo Chevrolet.
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“Siempre quise tener un carro antiguo. Entonces, siempre me fijaba en los avisos económicos de La Nación. Un día vi que vendían un Chevrolet 1927 desarmado”.
Era el auto que don Allan veía todos los días parqueado bajo un árbol de jocote, pues él, en ese entonces, vivía en Cartago.
“Lo tenía un muchacho de un Fotoestudio Cruz. Me fui para allá y, efectivamente, estaba totalmente desarmado”.
Sin tener mucha claridad de lo que estaba haciendo, se llevó el carro por siete mil colones. Estaba en un montón de cajas; el chasis, por un lado, el motor, por otro, las puertas y los aros.
“Cuando me mandaron los catálogos, uno era de las partes mecánicas, venía todo el detalle, y el otro de la estructura, porque es en madera. Con la ayuda de mi papá, que era carpintero, comenzamos a hacer las piezas de madera”.
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El carro fue tomando forma con los años, lo pintó, lo echó a andar en su casa, no en la calle, porque no tiene papeles y hoy es su chineado. Muchas veces, en su casa, por donde tiene unas oficinas, cuando se aburre, sale donde tiene el chuzo cubierto, lo destapa, se siente en él y lo admira.
“Prácticamente yo lo hice. Recientemente, me comuniqué con el club de autos antiguos para tratar de conseguirle una placa de vehículo histórico. Lo que primero que me pidieron fue el DUA, que es la declaración uniforme aduanera. Y yo no la tengo”.
Así pasó en la feria. Muchos miraban ese espectacular carro antiguo. Se sacan fotos, lo ven de cerca y preguntan. El Chevrolet del 27 es toda una sensación.