El 11 de abril de 1856 es una de las fechas más significativas para los costarricenses cuando un grupo de valientes liderados por el héroe Juanito Mora se enfrentaron en una cruenta batalla, en Rivas de Nicaragua, al ejército de mercenarios y esclavistas de William Walker.
Y como homenaje a esa gesta heroica, fue bautizado con el nombre Once de Abril el primer equipo de fútbol de Alajuela, el 11 de abril de 1914, el cual sirvió de base para que cinco años después siete de sus integrantes dieran vida a Liga Deportiva Alajuelense fundada, exactamente, hace cien años, el 18 de junio de 1919.
Fecha también gloriosa para el país, por todo lo que llegó a significar el equipo rojinegro en nuestra sociedad.
Los miles de liguistas deben estar estar muy orgullosos de su centenario a pesar de no festejarlo con el título 30. Enorme error mezclar una cosa con la otra, porque cien años van mucho más allá.
Hoy la sociedad tica, la sociedad alajuelense, el club, no son ni la sombra de aquél equipo de pueblo. Sin embargo, las nuevas tecnologías, las nuevas formas de hacer negocios, las nuevas formas de ver el fútbol, no deben alterar la esencia del liguismo.
Lástima que apareciera La Doce, y los dirigentes deberían replantearse seriamente su existencia, porque al liguista históricamente se le ha identificado como un seguidor educado, leal, que gusta de asistir en familia al estadio.
El jugador manudo ha brillado por su talento, su técnica, su coraje, pero también por su humildad, por su don de gente y esos valores no se negocian. Y si ha existido una desviación de ellos, este es el momento ideal para rescatarlos y fortalecerlos.