Costa Rica pegó el primer golpe a Suecia en Italia 90 en el túnel a la cancha

Hace treinta años la Sele amarró su pase a la segunda ronda en su primer mundial

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Dicen que hay partidos que se ganan desde antes que el árbitro pite el inicio, ese fue el caso de la victoria de Costa Rica ante Suecia en el Mundial Italia 90, de la cual este sábado se cumplen 30 años.

El 20 de junio de 1990 en el estadio Luigi Ferraris en Génova, la Sele derrotó 2-1 a uno de los equipos europeos más potentes de la época, al cual se le pegó el primer golpe desde que los jugadores estaban en el túnel listo para salir a la cancha.

El técnico Velibor “Bora” Milutinovic había dado una instrucción clara a los futbolistas ticos, no dejarse impresionar por aquellos suecos altos, fuertes, muy serios y hasta con cara de malos. No se les podía demostrar temor.

“Con lo curtido que era Bora a nivel mundial nos dio un resumen de lo que eran los europeos, que ellos salían concentrados a lo que iban y que si nosotros los podíamos distraer un poco, podíamos sacar provecho. Empezamos a señalarles cosas como los zapatos inmensos y nos reímos de ellos.

“Estábamos vacilando entre nosotros, contábamos chiles, hablábamos como si fuéramos para un baile y ellos se nos quedaban viendo raro, extrañados, preguntándose qué nos pasaba, se impactaron al vernos en ese puro vacilón, comentaban entre ellos y más nos reíamos”, recordó el capitán Róger Flores.

Ese toque hizo entrar al rival picado y pensar porqué ese equipo “amateur” que tenía enfrente se comportaba así.

Aquella copa bautizó al exjugador de Saprissa y Alajuelense como el Capitano y el duelo ante Suecia lo marcó de manera personal al anotar el 1-1, un pepino que nació por una revancha personal.

El gol del sueco Johnny Ekstrom al minuto 32 nacido de un rebote previo a un tiro libre, Flores se lo tomó como un error personal por desobediente, por no hacer caso a una instrucción clara de Bora.

“‘Hay un jugador de ellos que patea muy duro en los tiros libres, ojo, si alguno le da miedo quedarse en la barrera me avisa’, nos dijo Bora. Y yo por jugar un poco de tramposo, me adelanté en la barrera, la bola pasó por ahí y entró. Yo me sentía culpable por ese gol, por jugar de vivo y no hacer caso”.

“Cuando entré al camerino al medio tiempo, sentía puñales que me atravesaban la espalda por la culpa, porque estábamos perdiendo un partido que podíamos ganar, Bora llegó y nos dijo que no quería lamentos de nada, ‘este es el partido más fácil que hemos tenido y lo vamos a ganar', nos dijo”, recordó Flores.

Al minuto 75, la igualada tica cayó en parte por la llorada que el Capitano le pegó a Juan Cayasso para que cobrara el tiro libre al primer palo, adonde solía llegar él y marcar de cabeza, misma jugada que hacían en Saprissa. El limonense por dicha le hizo caso y el resto es historia.

Cambios de lujo

Los cambios sin duda marcaron la pauta aquel día, los ingresos de Alexandre Guimaraes y Hernán Medford, quienes se unieron para el segundo gol tico a los 87 minutos de aquel histórico 2-1

“Antes de esa jugada del segundo gol, el portero (Thomas Ravelli) había hecho otro saque largo al medio del campo, la disputé con un sueco y quedó ahí. En la siguiente jugada la tira un poco más alto y yo salto libre, lo que me permite tener claro el ángulo del pase para Hernán”, recordó Guima.

En aquel Mundial el extécnico de la Tricolor consolidó la idea de volverse entrenador gracias a Bora, a quien considera uno de sus grandes mentores.

“La sensación que yo tenía cuando Hernán se fue con el balón es la misma que tenían todos los compañeros y la afición, de suspenso total hasta ver la definición, como si el tiempo se hubiera parado. A mí me genera muchísimo orgullo que estas cosas aún se recuerden”, destacó Alexandre.

El otra protagonista de la jugada, el Pelícano, reconoció sin dar vuelta que junto al gol que anotó en el estadio Azteca en el histórico aztecazo (victoria 2-1 en el 2001), ese fue el tanto más importante de su carrera.

“Con el 1-1 estábamos bien, nosotros ya estábamos clasificados, el gol nace más por casualidad que nada, la bola llegó adonde tenía que llegar que fue a la cabeza del flaco (Guima), él cabecea adonde debe, es un cabrón muy inteligente, me abrió el espacio y a la de uno, que era la velocidad”, explicó el Pelicano.

Aquel pepino de Medford puede ser uno de los más vistos en la historia del fútbol costarricense, la agónica narración del fallecido Manuel Antonio “Pilo” Obando en esa carrera hacia el gol, marcó a toda una generación, estábamos en octavos, iríamos a jugar a Bari, el verano italiano continuaba.

“El ver un gol que todavía lo pasan, que lo comentan y lo recuerdan, uno se siente con mucho orgullo, con mucho placer que todo un país todavía se acuerde de eso y lo haga por mucho tiempo más”, aseguró el técnico brumoso, otro de los pupilos de Bora.