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Cuento chino: “Tatuajes de tus besos llevo…”

Columna de Jorge Díaz

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Este 14 de febrero, si está más solo que el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y fijo se le parte el corazón en mil pedazos, tranquilo, porque al igual que usted tengo marcas en este corazoncito y una cicatriz en una ceja debido a un madrazo (golpe) que me di carajillo. Siempre que me veo en el espejo recuerdo que hay dolores que jamás saldrán de nuestras vidas, así como imprudencias, que no volveré a cometer (eso espero).

El fútbol y el amor siempre comprometen al corazón, a veces nos da la alegría más hermosa cuando levantamos la copa de campeón o nos entristece con la derrota cuando toca el ego del desprecio y nos mandan al carajo, algo así como saber que a Keylor Navas lo tienen marginado del club más mediático del mundo, o que va jalando McDonald de la Liga cuando más se necesita.

Ni que decir de lo que se siente ese desprecio de cuando te cambian por otro técnico, todo por el griterío de algunos en la gradería del Saprissa, esas cosas duelen en el alma. Mientras otros sufren, los heredianos vivían una luna de miel, por ganar la copa 27, las dos caras de la moneda.

Si la vida nos lleva por caminos distintos, debemos agradecer que hayan sido parte de nuestra historia, eso es amor del bueno, aceptar que sean felices, pese a nuestra desgracia emocional; vendrán los celos, beberemos un trago de puro despecho y brindaremos a la salud de la ingrata.

Este 14 de febrero, felicidades a todos los que llevan años al lado del ser amado, al fin de cuentas esos son los triunfos verdaderos de nuestra existencia. Pues la vida es como el deporte, nos enseña a perder y a aprender a levantarnos, ¡diay! al fin de cuentas la vida no vale nada, comienza siempre llorando y así llorando se acaba, dice la canción.

Feliz 14, llore, ría, pero luche por lo que dice y siente. Los verdaderos amores nunca mueren, quedan tatuados en la piel, invencibles al olvido.

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