De la Cueva brotaron varias lecciones de vida

Saprissa, y medio país morado, presionaban para darle vuelta a marcador, ya habían empatado y olía a gol, parecía que Cartago se iba a desplomar. Un disparo de Mariano Torres, rechazado por Darryl Parker, hizo que la bola le quedara servida al güila Manfred Ugalde, pero lejos de hacerse grande a en la Saprihora, como lo había hecho contra Limón, pegó mal lo que era un triunfo cantado, y ya no fue él héroe como en la primera jornada.

Y la famosa Saprihora más bien se convirtió en la Brumohora cuando el artillero cubano Marcel Hernández no dejó La Cueva como un sepulcro, al minuto 93, porque los fanáticos empezaron a gritar a todo galillo ¡Fuera Vladimir!

En pocos minutos los que amamos este deporte vivimos tres lecciones impresionantes porque el fútbol es como la vida.

1. En un momento estamos arriba, y somos doña toda, y de pronto caemos como una piedra. Hay que aprender la lección y levantarse, el joven delantero Manfred Ugalde es el rostro de esta lección.

2. Los morados sintieron el ácido de la Brumohora. La lección que esto nos deja es que con mucha frecuencia en la vida debemos ponernos en los zapatos del otro, así seremos mejores personas.

3. En estos días los saprissistas disfrutaban con el mal ajeno, gozaban con lo que pasaba en el banquillo de su archirrival y con la brasa que tenían los directivos rojinegros que terminó con la salida de Luis Diego Arnáez como técnico.

Hoy los morados están viviendo exactamente la misma situación en su banquillo. La masa pide, grita, suplica por la caída de Vladimir Quesada. Recordemos que la lengua castiga.

En minutos cambió todo en La Cueva la noche del miércoles... en la vida todo cambia en un segundo.