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Don Gerardo Chaves sabe muy bien, a sus 73 años, la pasión que se experimenta al conducir una Harley Davidson, mientras corta el viento en la carretera y se llena de ese espíritu de libertad que solo una motocicleta como esta pueden dar.
Como el tiempo no pasa en vano y los años pesan, este vecino de Aserrí, del barrio Vegas del Río, decidió comprarse un triciclo de esta popular marca de motos, modelo 2002, ya que le exige menos trabajo en los brazos y los pies a la hora de conducir, pero no pierde esa sensación que se consigue al manejar una buena bicha.
“Mi vida se ha ido entre la música y las motos, ya que trabajé treinta y cinco años con el Ministerio de Cultura y la Banda Nacional de San José. Yo ando en moto y ando la trompeta a un lado, instrumento que he tocado toda la vida, así no me despego de mis dos pasiones”, nos relató.
Muchas personas le han dicho que con lo que gastó para comprar esta joyita mejor se hubiera comprando un carro, porque como la bicha es tan grande no se presta para capearse las presas. Pero esas recomendaciones a don Gera le entran por un oído y le salen por el otro, ya que su pasión son las motos y en ellas anda feliz de la vida. Este señor es tan fiebre de las bichas que tiene otros dos triciclos y una moto.
“Yo pienso en mi comodidad, ya que soy una persona mayor y con los años se pierde fuerza así que uno tiene que buscar su estabilidad y con estos triciclos usted anda más tranquilo y feliz de la vida, porque nada más tiene que conducir y listo, sin perder la sensación de lo que es andar en moto”, nos explicó don Gerardo.
Este fiebrazo consiguió este triciclo hace cuatro años y llegó a su vida porque andaba algo más manejable. Él tenía una Harley Softail de 1600 centímetros cúbicos, que se le hizo muy pesada para manejar por lo que se la cambió un compañero del grupo de motos con el que anda.
La Softail valía ¢6 millones y el triciclo once, por lo que le dio su moto y los cinco melones de diferencia para quedarse con la bicha.
“Para mí es un placer que todo mundo quiera tomarse fotos junto a mis motos. A mí me gusta tenerlas muy chaneaditas, les pongo luces, hasta radio y así ando feliz de la vida. Ninguna de estas cosas cabe en un ataúd y por eso tengo que disfrutarlas ahora”, comentó don Gerardo lleno de vida.
Chaves confiesa que es de los que trata de aprovechar las oportunidades, por lo que si le sale un buen negocio podría cambiar una de sus motos por otra, aunque por ahora no desea deshacerse de ninguna y aprovecha al máximo la felicidad que le otorgan sus bichas.
| ¿Cómo se sabe cuándo un cinturón de seguridad se debe cambiar? |
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| Los cinturones se deben cambiar después de que hayan sido sometidos a una tensión máxima, en este caso a un accidente. Por lo demás, mientras sus mecanismos trabajen adecuadamente significa que todo está en orden. El estado de las cintas es clave en el sentido de que no tengan agujeros o se hayan partido en algún punto. También es conveniente revisar que no hayan perdido hilos o se contaminaran con gasolina, líquido de los frenos o algo similar. |
