Gol de Saprissa, pero era insuficiente con el 3-1, por eso Alexánder Robinson recogió el balón y empujó a sus compañeros y afición a luchar por el cuarto pepino. Foto Rafael Pacheco. (Rafael Pacheco Granados)
Paté no dejó de gritarle a sus pupilos que se concentraran en el marco del rival. Foto Rafael Pacheco.
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Cruz, portero morado, vivió una fiesta personal, cada gol fue celebrado por él al máximo, pero en solitario, al otro lado de la acción, eso no le importó, fue uno de los que más gritó. Foto Rafael Pacheco. (Rafael Pacheco Granados)
Tiro libre, tiro libre (sí, léalo como lo diría Mario McGregor que de Dios goce) y gol de Marvin Angulo, minuto 88, 3-1 y ahí arrancó precisamente la ilusión morada. Foto Rafael Pacheco.
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Ya David Ramírez desvió la pecosa que se fue caprichosamente y empujada por la mitad más uno hasta el fondo de los mecates. Llegó el 4-1, llegó la locura, llegó el boleto a la final. Foto Rafael Pacheco. (Rafael Pacheco Granados)
A los 32 minutos Manfred Ugalde anotó el 1-0 y lo celebró a lo grande, fue el inicio de la ruta histórica de una noche mágica. Foto Rafael Pacheco. (Rafael Pacheco Granados)
Minuto 94, gol de Ramírez, 4-1 y La Cueva sencillamente explotó, se volvió un manicomio de locura, jugadores y afición se fundieron en un abrazo. Foto Rafael Pacheco. (Rafael Pacheco Granados)
Pitazo final y el Paté no aguantó la euforia, se metió a la cancha y festejó con sus chamacos como lo hacía cuando era jugador y vivía noches mágicas. Foto Rafael Pacheco. (Rafael Pacheco Granados)
Alvarado, del Olimpia, no pudo más que agarrarse la jupa de la agüevazón cuando Saprissa anotó el 4-1. Le tocó tirarse la celebración morada en silencio. Foto Rafael Pacheco. (Rafael Pacheco Granados)
¿Habrá que agregarlo algo a esta postal? No. Foto Rafael Pacheco. (Rafael Pacheco Granados)
Wálter Centeno como jugador morado vivió varias noches mágicas, como técnico, el pasado 31 de octubre, disfrutó su primera gran noche y por eso no pudo más que celebrar como carajillo. Foto Rafael Pacheco.
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Minuto 98, gol de Saprissa, el 4-1, el pase a la final de la Liga de Concacaf, Ramírez se vuelve loco, el estadio se vuelve loco y el aficiondo del lado derecho, Víctor Manuel Brenes (conocido en La Cueva como Losilla), quien es una persona no vidente, disfrutó con su pasión, con su corazón, con su alma, con su vida entera, la alegría de la magia del fútbol. Foto Rafael Pacheco. (Rafael Pacheco Granados)
David no paraba de gritar, de rugir, de celebrar, fue el 4-1, la gesta heróica en propia casa. Foto Rafael Pacheco. (Rafael Pacheco Granados)