El 15 de junio de 1990, La Nación abrió sus páginas con una pregunta en el aire sobre qué pensaba el país y el mundo previo a que la Selección de Costa Rica y Brasil se enfrentaran al día siguiente en el campeonato de Italia 90.
En el papel indiscutiblemente los ticos eran las víctimas, más allá que en la primera fecha de la fase de grupos sorprendió al derrotar a Escocia por 2-1, pero al frente estaba un tricampeón del orbe cargado de estrellas.
La crónica parecía la víspera de una masacre, pues Tiquicia se iba a enfrentar, no a once brasileños, sino a tres Copas del Mundo (1958, 1962 y 1970) a Pelé, a la historia, al mito. Y lo hacía con tacos prestados, pero con el alma descalza.
Don Roberto Rodríguez, un vecino de Alajuela, no se dejó llevar por la euforia del triunfo ante los europeos y sin temor dijo que ante la verdeamarelha, la Sele no haría ni siquiera un tiro de esquina o “cona” como le apodan popularmente a ese tipo de cobros.
“Rodríguez no se queda ahí, apuesta con todo y ya tiene comprometidos ₡30 mil, con la esperanza de que los ticos no logren ni aunque sea un tiro de esquina contra los brasileños. Si eso pasa, se ganaría ₡150 mil, ya que la apuesta paga 5 a 1.″
“Roberto afirma que en todo esto no hay ni asomo de antipatriotismo, aunque sí un apego estricto a la realidad”, destacaron entonces.
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Aquel 16 de junio, en el Delle Alpi de Turín, la Sele no tiró ni al arco ni al aire, y de saques de esquina ni hablemos, porque no cruzamos la media cancha ni por accidente. Fuimos más espectadores que protagonistas, pero la goleada apocalíptica que muchos juraban entre gallos y guaro, esa no llegó.
Brasil nos ganó con la cortesía de un solo gol, como quien firma una carta sin ponerle punto final. Y ahí, en ese 1-0 más decoroso que glorioso, se selló la dignidad de un equipo que no disparó, pero tampoco se rindió.
El gol nos dejó hasta un sinsabor, un remate de Muller a los 33 fue desviado por Mauricio Montero y dejó sin nada que hacer a Gabelo Conejo, pero salvo por eso, el poderoso rival no tuvo por dónde hacerle daño unos empunchados ticos.
El fútbol tiene esas cosas como lo dijo Diego Maradona en su biografía “Yo soy el Diego”, en el que afirma que Brasil le tuvo que haber ganado 10-0 a la debutante y pequeña Costa Rica, pero eso no pasó.
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El argentino Jorge Valdano, quien estaba de comentarista con una televisora española dijo que sufriríamos “una de las goleadas más notorias de este campeonato”.
Lo que sí sucedió fue un equipo que se apegó a un plan, que no salió goleado pensando en seguir con vida para el último partido.
“Ningún costarricense se empequeñeció ante las arremetidas de los ”monstruos" del fútbol como Careca, Dunga, Muller, Alemao, Branco, Valdo, Jorginho, Mozer y Ricardo Gómez, quienes son figuras en clubes europeos"“, destacó la crónica del periodista Rodolfo Martín, enviado de La Nación a la cita mundialista.
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Tal como pasó en todos los juegos de la primera fase, la Sele se basó en la inspiración y la calidad de Gabelo para soportar el vendaval rival, en ese juego en particular, sufrió más trabajo que en ningún otro.
“Tuvo otra actuación magistral, demostró mucho aplomo en sus salidas del marco, grandes reflejos para desviar la trayectoria de remates con sello de gol y un valor inclaudicable, como cuando debió enfrentarse en el mano a mano con Careca”, relató.
Fue la derrota más dulce, porque nos llenó de confianza, aunque en aquel momento el primer crítico fue el técnico Bora Milutinovic al reconocer que “nos faltó ambición”.
“Respetamos demasiado a los de Brasil. Me apena la derrota por haberse producido sin que hubiésemos disparado una sola vez a puerta. Creo que si hubiésemos jugado con la soltura del último cuarto de hora, habríamos creado mayores dificultades al rival”.
“Esta derrota por un marcador tan ajustado, nos permite tener opciones para clasificarnos”, dijo Bora.
La mejenga paralizó al país al punto que hasta retrasó el inició de una cumbre centroamericana de presidentes a la que debía asistir Rafael Ángel Calderón, mandatario en ese entonces. Sus colegas le dieron chance de ver al el primer tiempo del juego.
Calderón logró atrasar una hora el inicio de la cumbre, suficiente para ver el gol con el que perdimos el juego y cuando la prensa le cuestionó luego del evento si lamentó no haber podido ver el segundo tiempo, dijo que no, pues con lo que había visto en el primer tiempo ya había sufrido mayores congojas.
Un humilde país, sin ejercito, al que muchos no sabían ni su nombre en ese entonces, se presentó ante el mundo a dar una gran sorpresa, pues ese día muchos imaginaban que sería fusilado por el equipo de Sebastião Lazaroni, a quien apodaban el general.
Al final fue derrota que se llevó reconocimientos del propio Pelé, quien dijo que pese a todo, Costa Rica puso en ridículo a Brasil. “Para jugar ante este equipo de Costa Rica era necesario poner atacantes, no mediocampistas… Costa Rica puso en ridículo la capacidad goleadora y creativa de todo un tricampeón del mundo”.
Entonces, ¿quién fue el perdedor al final?