Ha pasado más de un año desde que don Manuel Alvarado ya no está físicamente en este mundo, pero su hijo Manuel lo siente muy cerca cada vez que enciende el motor de su Toyota 1000.
El 17 de junio del año pasado, el corazón de Manuel se hizo pedazos. Ese día, el hombre más importante de su vida, su papito, cerró los ojos para siempre y aunque la pérdida no se supera, este periodista ha encontrado la forma más linda y ruidosa de honrar la memoria de su viejito: a través de su Canario.
Así le puso Manuel a un Toyota 1000, modelo 87, un pick up amarillo que hoy es un tesoro rodante y que recuerda la promesa que hizo a su progenitor: sentir que estaban volando en esta nave.
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Una deuda del alma
El Canario llegó a la vida de esta familia de Cartago cuando el hijo sintió que tenía una deuda con su papá.
“Cuando estaba chiquitillo trabajaba con papi en construcción. Compramos un Chevrolet, pero siempre nos quedó la espinita de tener otro pick up.
“Sentía que tenía una deuda con mi papá. Luego, estudié, trabajé y me propuse encontrar uno igual”, recordó Manuel, con algo de nostalgia.
Él anduvo buscando por todo lado. Conseguir una joya con esas características y en buen estado era casi imposible, pero un día, los astros se alinearon a su favor.
“El esposo de una compañera se compró este Toyota, y desde que lo vi le dije: ‘Algún día va a ser mío’. El año antepasado me lo ofreció y siento que era el momento perfecto”, nos contó emocionado.
El rugido de la felicidad
Cuando don Manuel vio la nave que su hijo había comprado, la emoción fue más que evidente.
“Mi papá ya no manejaba por la edad, pero el tener ese carro fue revivir el sentimiento de hace años. Es un apego sentimental, la unión de padre e hijo, y era feliz cuando nos íbamos a dar una vuelta en él”, aseguró.
Al igual que al primer carro que tuvieron, al que don Manuel apodó el “Zanate” por ser negro, a este Toyota lo bautizó como el Canario y así se quedó.
Un día, recién comprado, su papá, feliz de la vida, lo manejó por unos pocos metros y, según su hijo, sentía que estaba “volando”.
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Este automóvil conserva su radio original, que opera con la frecuencia AM y tiene casetera, es una belleza. Es carburado, motor de cuatro cilindros y es casi una pieza de museo. Y ojo: para Manuel, es prohibido ponerle algo en el cajón. “Lo cuido muchísimo, de vez en cuando le pongo una bolsa, pero no me expongo, ¡es un tesoro!”, sentenció.
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Aventuras de gol y de vida
El Canario es ahora el testigo silencioso de un amor inmenso. Manuel y su papá no solo compartieron el trabajo y el primer pick up, también se llevaron “decenas de golpes en el ‘Fello’ Meza, porque somos aficionados al Cartaginés”.
“Mi papá y yo vivimos decenas de aventuras, pero en el 2022 vivimos un momento único (con la compra del carro). Cada vez que lo conduzco, siento que va conmigo y desde que lo tengo no hay quien me ofrezca dinero por él, cada vez que lo manejo llega gente con carros modernos y me dicen que tengo una joya”, aseguró.
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Ahora, cada viaje en el Canario es un homenaje. Es la promesa de un hijo que sigue honrando la memoria de su héroe, volando sin límites en esa nave amarilla, directo al cielo, para sentirse por un rato junto al hombre que más amó.
*Artículo elaborado con ayuda de la Inteligencia Artificial.





