A sus 75 años, este Jeep Willys tipo tapa baja de 1950 sigue rodando con toda la pata por las calles de Costa Rica, despertando aplausos, suspiros y admiración cada vez que aparece.
El paso del tiempo no le pesa: al contrario, luce espectacular y convertido en una auténtica joya sobre ruedas.
El orgullo de Ciudad Colón
Alexis Quirós Umaña, vecino de Ciudad Colón, es el orgulloso dueño del Chuzo de la Semana, un vehículo del que puede rajar con toda razón por su estado de conservación y funcionamiento.
Aunque ya dejó atrás su época de trabajo pesado, el Willys sigue activo, ahora dedicado exclusivamente a pasear y lucirse.
“Ha tenido como tres o cuatro dueños hasta que llegó conmigo y ahora es el chineado, de la casa, nada más para actividades de cine y cosas de esas. Todavía puede dar más pero por ahora está jubilado, ahora se dedica solamente a pasear”, comentó Alexis.
Dejarlo como nuevo, pieza por pieza
Alexis adquirió el vehículo en 2019 y tomó una decisión clave: desarmarlo por completo para devolverle su mejor versión, respetando su esencia original.
“Yo lo tomé como en el 2019, cuando lo adquirí, lo desarmé completo, motor, carrocería, separé todas las partes necesarias y anda muy bien”, añadió.
Un Willys con historia desde los años 50
La historia de este tipo de vehículos en Costa Rica es fascinante, y este ejemplar guarda un detalle que lo hace aún más especial: su placa de solo tres dígitos, evidencia que fue inscrito en el país desde hace más de siete décadas.
“Eso es lo bonito de él, que efectivamente el número de placa refiere que ese carro se registró una vez que entró por allá de los 50, quedó bien configurado en el tiempo, no hubo que hacerle configuración de vehículo ni nada, sino que quedó con una placa joven desde el inicio”.
Restauración con obstáculos… y grandes amigos
El proceso de restauración no estuvo libre de complicaciones. El Willys originalmente era verde y Alexis decidió cambiarlo, pero en el camino se topó con un taller que no terminó el trabajo.
“Cuando yo lo tomé él venía verde y lo desarmé para pintarlo, el color es de una línea digamos de la fábrica. En esto uno siempre uno va aprendiendo y tuve un problema con un taller donde lo lleve y no lo terminaron”.
La historia tuvo un giro positivo gracias a la ayuda de un amigo cercano.
“Entonces ahí un gran amigo Gerardo Venegas, de Escazú, me ayudó mucho y me permitió usar el taller personal y al pintor de él, por lo que me ayudaron a terminar la restauración, porque quedé a medio camino, entonces con él lo pude terminar”, explicó.
Azul medianoche, no negro
Uno de los detalles que más llama la atención es su color. A simple vista parece negro, pero en realidad es un azul oscuro profundo, fiel a una línea civil de fábrica.
“Hay un azul que viene en el catálogo del carro que se llama azul medianoche, que es este, yo le puse un poquito de perla que es lo que le levanta el brillo, pero el color de la línea de civil que se usaba en aquel tiempo era este, por lo que busqué que fuera 100% civil”, explicó Alexis.
Cuatro años para volver a la vida
La restauración se extendió por cuatro años, un proceso largo que se facilitó gracias a la experiencia previa de Alexis con otro Willys.
“El proceso de restauración se llevó cuatro años, pero ayudó que tenía partes de este estilo, pues hace 15 años tuve otro Willys del que conseguí muchas partes, pero no le servía el motor, entonces por eso pude hacer una mezcla de ambos”.
Un clásico que sigue rodando en comunidad
Hoy, don Alex disfruta su Willys junto a sus amigos del grupo Willys Pasión, participando en actividades comunitarias y benéficas alrededor del país.
“Salimos a actividades benéficas, que hay un pasacalles en algún lugar, alguna actividad para recoger fondos o alguna exhibición en algún parqueo que se hace en los centros comerciales, entonces todas esas saliditas a Palmares, Naranjo, San Ramón, Atenas, todos esos son los que uno aprovecha, y para llegar el carrito y participar de las actividades”.
Un Jeep que no solo se maneja: se vive, se comparte y se celebra.
