Exdelantero Yamil Villalobos llevó su amor por el Saprissa hasta la tumba

Tibaseño jugó con la “S” en dos temporadas, de 1956 a 1958

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Hace unos años, el exdelantero del Saprissa Yamil Villalobos le pidió a su nieta Daniela que cuando él falleciera lo vistieran con elegancia, que le pusieran una camisa del equipo y que sobre su cuerpo colocaran una bandera del 35 veces campeón nacional.

Y así fue.

Yamil, quien jugó con el club tibaseño de 1956 a 1958, falleció el martes 20 de octubre y su familia cumplió uno de sus últimos deseos. “Papi Yamil” --como le decían sus nietos-- murió a los 84 años en su casa, en San Juan de Tibás.

Para darle el último adiós la familia le puso la camiseta que Saprissa lanzó en el 2016, una azul oscuro y que homenajeaba a los 469 jugadores que habían pasado por el club morado desde 1949 y hasta ese año. Allí estaba, claro, el nombre de Yamil.

“Mi papá creció jugando fútbol, este deporte lo apasionaba. De niño jugaba en la plaza de San Juan, que hoy es el parque de Tibás. Gracias al fútbol conoció a mi mamá, Aida, que también es morada y gracias a este deporte se hicieron novios y se casaron”, recordó Yamil Villalobos hijo.

Ena-morado

De acuerdo con el historiador José Antonio Pastor, Yamil Villalobos debutó en Saprissa en agosto de 1956 y también formó parte de Gimnástica Española y del Cartaginés.

Después de haberse retirado jugó con algunos equipos de veteranos.

Yamil heredó a sus hijos el amor por el fútbol, aunque Aída --una de sus hijas-- se salió del canasto y se hizo herediana.

Al exjugador le encantaba ver los partidos con su familia y cada vez que podía, iba al estadio. La última vez que visitó la Cueva fue hace tres años y lo hacía acompañado de su nieto Álvaro, que en materia futbolera era rival de “Papi Yamil”.

“A finales de setiembre estuvo en el hospital y los nietos lo llamaban para preguntarle si había visto los partidos de Saprissa contra Cartago, en los que les metieron una goleada (23 y 27 de setiembre). Riendo les dijo que por dicha se los había perdido. Se enojaba mucho si veía a Saprissa jugando mal”, aseguró Yamil hijo.

Si algo lo ponía nervioso era un clásico. No los veía del todo, decía que tenía cosas que hacer en la casa, pero era para no angustiarse por las mejengas. Su corazón de futbolista seguía entrando a la cancha.

“Mi papá era muy crítico en cada partido. Uno de los jugadores que más admiraba es Michael Barrantes, decía que le ponía ganas, que se entregaba. Recuerdo que cuando en la final se quebró el dedo y siguió jugando, estaba impresionado por el compromiso del jugador”, comentó.

A Yamil padre le habían amputado la pierna izquierda hace 22 días por una trombosis. Antes de fallecer estaba en su casa y su hijo cree que el sufrimiento que le ocasionó la amputación influyó en su muerte.

“Quiero agradecerle al personal del Hospital Blanco Cervantes, en especial a los que trabajan en visitas domiciliarias y también a quienes trabajan en el Hospital México por la dedicación con la que atendieron a mi papá”, dijo.

Rebelde

Yamil era el tercero de cinco hermanos y el era el único morado.

Willy, su hermano menor, tiene muchas anécdotas para compartir.

“Mis abuelos y mis papás son de Heredia y somos aficionados al equipo florense. En un momento mi mamá Luzmilda desheredó a mi hermano porque era aficionado al Monstruo”, dijo riendo.

Willy recuerda a Yamil como una persona de carácter fuerte. “Como todos los Villalobos, se ponía bien bravo cuando algo lo hacía enojar”.

Una de las familiares más cercanas a Yamil es la mediocampista Gloriana Villalobos, quien juega con el Herediano y es sobrina nieta del exmorado.

“Él siempre la apoyó y para ella era su abuelo, ya que mi tío Raúl (abuelo de Gloriana) falleció hace muchos años”, dijo.

La familia de Yamil es la dueña de la Panadería Villalobos, uno de los negocios más antiguos de Tibás, visitado por los amantes del buen pan y la buena repostería.

El futbolista, al igual que sus hermanos, trabajó en el negocio como repartidor de pan y en tareas administrativas.

“Todos tenemos nuestras casas cerca de la panadería, vivimos en una sola propiedad. Y aunque Yamil no trabajaba acá desde hacía unos años, todos los días venía por su pedacito de pan”, manifestó.