El exdefensor Carlos Clark vive tranquilo y con la frente en alto, combinando el deporte con sus negocios.
El exjugador, de 45 años, vive en San Pablo de León Cortes, en la zona de Los Santos y allí administra un restaurante, llamado Bongos, junto a su madre Lourdes y sus hermanas Gabriela y Karol.
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Además, practica el ciclismo de montaña, hace senderismo y de vez en cuando se apunta a una mejenguita, porque aunque esté fuera de las canchas, el fútbol lo lleva en la sangre y es imposible desligarse del deporte de sus amores.
Realizado
- ¿A qué se dedica ahora que está fuera de las canchas?
Vivo en la zona de Los Santos, con mi mamá y dos de mis hermanas, Gabriela y Karol. Estudié administración de empresas y desde el 2012 tenemos un restaurante, que se especializa en comida caribeña y además, traigo mercadería de Estados Unidos para vender, porque tengo hermanos allá y me ayudan con esto.
Cuando era joven, mi mamá me dijo que debía estudiar si quería dedicarme al fútbol y eso me ayudó para la vida y en el 2015, llegué a Pérez Zeledón, pero casi no jugué y cuando no me renovaron allá, decidí dedicarme por completo a esto.
Y la verdad es un cambio drástico, que hoy te griten en un estadio y luego tener que administrar un restaurante. Al principio, me hacía falta el fútbol. Mi hermana Gabriela me decía que volviera, que me retirara bien y todo, pero ya tengo 10 años de estar acá, feliz de la vida. A veces voy a jugar fútbol, me gusta andar en bici, me gusta caminar.
- ¿En qué momento decidió que lo mejor era dejar de jugar?
Después de Alajuelense, estuve en Belén y luego me incorporé a Carmelita, allá me fue muy bien, y aporté con muchos goles, me premiaron con el gol del año, un gol de chilena que le hice a Limón.
Me contactaron de Pérez Zeledón, me fui para allá, pero casi no jugué, al finalizar el torneo no renovaron mi contrato y me vine para acá y ahí terminó la carrera.
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Fui campeón con Alajuelense dos veces (Invierno 2010 y Verano 2011), hice lo que quise desde que era pequeño y ahora hago lo que me gusta también.
Cuando estaba en San Carlos traía ropa para vender, porque me gustan los negocios y poco a poco me fui preparando, porque el fútbol no es para toda la vida y luego me llamaron de algunos clubes de segunda división, pero decidí quedarme acá, porque ya me había acostumbrado a esto y vivo feliz.