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Extécnico de Guadalupe da ejemplo de autocrítica tras su salida: “Uno tiene que dejar su orgullo y el ego de lado”

Alexander Vargas finalizó una etapa de once años en el Guadalupe FC y lo hace sin resentimientos ni culpando a otros

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Luego de trabajar once años en Guadalupe Fútbol Club (que hasta mayo del 2017 fue Belén FC), Alexánder Vargas se despidió de la institución este domingo con un pesar en su corazón, pero consciente de que su salida como entrenador del primer equipo era algo que se veía venir luego de diez jornadas sin ganar.

Dejando egos y excusas de lado, sin tirarle responsabilidad a otros por su despido, como suele pasar con algunos técnicos cuando les cortan el rabo, Pipas, como le dicen al entrenador de 44 años, dio una muestra de integridad y autocrítica en momentos tan difíciles.

En entrevista con La Teja, nos contó que las puertas del cuadro josefino le quedaron abiertas, pues le hicieron una oferta para volver en otro cargo, pero lo está pensando.

- Después de tantos años, ¿qué siente al dejar Guadalupe?

Este domingo fue un día muy duro para mí, uno como entrenador siempre tiene que estar preparado para este tipo de cosas y hacerse a un lado. Me duele no solo por salir, sino por todo el tiempo que estuve en el club, pero los entiendo perfectamente. Las cosas no estaban saliendo de acuerdo a los resultados que se piden y me tocó hacerme a un lado, nadie está por encima del club.

Fue un día de luto porque estaba en el equipo desde el 2010, cuando el equipo era Belén, yo trabajé en muchos puestos, siempre dando lo mejor de mí, fueron épocas de mucho sacrificio y trabajo. Este lunes me levanté a las 5:15 a.m., a la misma hora de siempre, pensando en irme para el estadio, por la rutina.

- Usted mantuvo su trabajo por mucho tiempo, ¿estar en el banquillo del primer equipo fue exponer esa estabilidad laborar?

Es que riesgo de perder el trabajo siempre va a haber, en el área que sea. El domingo cuando me dieron la noticia que me cesaron como técnico, me dijeron que querían que yo siguiera y yo les dije que por respeto y ética no quería quedarme como asistente del técnico de que llegara.

También me ofrecieron otro puesto, como director y supervisor de las ligas menores, les dije que lo iba a pensar, en eso estoy, porque quiero descansar, que ahorita lo más conveniente no era seguir ahí. Si las cosas no estaban saliendo, lo más sano para el grupo es que venga gente nueva, pero no he descartado el puesto, yo adoro a este equipo y quiero ayudarlos en lo que pueda.

- ¿Ahora se siente más como un aficionado?

La verdad sí, yo cuando fui jugador debuté en primera división con Goicoechea y jugábamos en el Colleya Fonseca, luego la vida me dio la oportunidad de ser entrenador ahí mismo. El cariño y sentimiento que le tengo a Guadalupe no lo siento hacia ningún otro equipo, mis colores son los de Guadalupe, son azul y amarillo, es el equipo de mis amores y que siempre llevaré pegado al pecho.

Ahora seré el aficionado número uno, yo no descarto volver, porque siento que es mi casa. Hasta iría al estadio a ver los partidos y no porque me ande ofreciendo o viendo a ver si saco algo, sino como cualquiera que va al estadio a ver a su equipo.

- Cuando a un entrenador lo despiden de un equipo, en muchas ocasiones busca excusas para justificarse, le sale tirando a los directivos o los jugadores, pero ese no es su caso...

Yo no salgo ni resentido ni mal con nadie, el tiempo que me dieron estuvo bien (tres torneos) y entiendo que lo deportivo manda, que los directivos más allá de la amistad, les toca tomar decisiones cuando las cosas no van bien.

Uno tiene que dejar su orgullo y el ego de lado y dejar de estar diciendo que no te dieron el tiempo o cualquier otra excusa. Si me quitaron fue porque vieron que era el momento. Tuve estabilidad, más de año y medio en el banquillo, una época de pandemia difícil, pero no es excusa. Trabajo siempre se hizo, pero al final los resultados no se dieron, hay que pensar que nadie está por delante de la institución.

- ¿Esa autocrítica que usted tiene en momentos difíciles es algo que a veces le hace falta a algunos entrenadores?

Yo creo que sí, es algo que se da muchas veces por ego u orgullo, uno no acepta las cosas o los errores que cometió, a nadie le gusta que le digan la verdad o cuando no hizo las cosas bien. Es difícil, pero hay que aceptarlo muchas veces, a mí me gusta la lectura, las reflexiones, los videos de motivación, esas son cosas que te alimentan y te ayudan a reconocer errores. Un entrenador debe tener mucha madurez y respirar profundo, hacerse un autoanálisis, pero se debe hacer en frío.

Muchas veces decimos que no nos dieron chance, responsabilizamos a otros, pero no vemos a lo interno, reaccionamos cuando nos quitan, pero no analizamos hacia nosotros el porqué.

- ¿Se ven en otros banquillos de la primera división, más allá de su relación con Guadalupe?

Claro, es que al final es trabajo y uno también debe sobrevivir, no le cierro las puestas a nadie. Si alguien llega y me llama, hablamos de un proyecto, me dan el respaldo y las cosas que uno ocupa, claro. Yo no puedo cerrarle las puertas a mi crecimiento, no me puedo quedar de brazos cruzados esperando otra oportunidad de Guadalupe, para crecer uno también tiene que apuntar a otros lados.

Sergio Alvarado

Sergio Alvarado

Periodista de La Teja, especializado en deportes. Graduado de la Universidad Internacional de las Américas.

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