Los seguidores de Alajuelense tienen en su poder un instrumento musical que cuidan como si fuera una reliquia y a la que quieren más que a los jugadores.

Se trata de un enorme bombo que toca La Doce durante las mejengas y que este sábado, posiblemente le ponga sabor a la mejenga que enfrentará el líder del torneo ante el Santos de Guápiles, a las 7 p. m., en el estadio Alejandro Morera Soto.

El artefacto musical tiene una interesante historia, ya que fue traído desde Argentina en enero del 2017 y se terminó de ensamblar aquí para llenar de sonido todas las graderías a las que se desplazan los fiebres manudos.

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“Mide 62 centímetros de diámetro y es de un metro y 45 centímetros de alto, es único en el área de la Concacaf”, señaló “Erre”, integrante de La Doce y quien no quiso que publicáramos su nombre.

Cuenta el manudazo que la idea de comprarlo surgió entre algunos miembros de la barra rojinegra porque les gusta innovar y también para montar un buen espectáculo, algo que han logrado sobradamente, al punto que la gente que va al estadio pide que les hagan fotos al lado del bombo.

“El sonido es poderoso y es imponente verlo en la grada. Cuando lo levantamos entre todos, es increíble”, señaló este integrante de La Doce y quien forma parte del grupo desde hace 20 años.

Tiene escolta

El precio del bombo es de ¢3 millones y cuando deben cambiarle los parches (cada uno cuesta casi un millón de colones), los mandan a traer de Argentina porque aquí no se encuentran de ese tamaño.

Según “Erre”, al no tener ayuda económica de Alajuelense, todo lo hacen por puro amor y entrega, así que un grupo de rojinegros de Hatillo se dedicó a hacer rifas y aportó platica para comprarlo.

A “Erre” le pedimos el chance de hacer un video del lugar en donde lo guardan, pero dijo que no se podía por temas de seguridad. A ellos les da miedo que miembros de barras rivales le quieran hacer daño, así que el lugar es secreto y solo muy pocos lo conocen.

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Eso sí, nos reveló los cuidados que conlleva trasladarlo hasta el estadio para los partidos, tal y como lo hicieron este sábado.

“Lo guardamos en una bodega bien custodiado, no lo movemos a todos los juegos, solo a los especiales, por un asunto de logística y porque implica alquilar un camión para llevarlo al estadio. El señor que nos hace el favor de llevarlo a veces no nos cobra, pero igual le pagamos la gasolina, le damos entradas al estadio y frescos, por ejemplo”, señaló el fiebrazo.

Por el tamaño del bombo, este no entra por la puerta de una casa y ya en el estadio lo tocan entre dos personas, uno de ellos es “Erre”.

En ocasiones, le dan chance a otros muchachos de tocarlo con los mazos que son muy pesados y largos.

Para poder acomodarlo en el estadio, requieren meter una base en la gradería, la cual no dejan ingresar en todos los estadios, lo cual implica más trabajo para los manudos.

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“A veces Fuerza Pública no nos deja meter la base y tenemos que sostener el bombo entre ocho personas eso cuesta mucho. A Heredia lo hemos llevado, pero en otros estadios no nos permiten meterlo”, señaló “Erre”.

Al final del juego, el bombo sale resguardado, va en un camión con varias personas y alrededor van varios carros y motos, como si se tratara del presidente de la República.