Cuando José Jiménez compró una buseta Volkswagen que le llamó la atención, el chuzo era solo carrocería, con el motor de un Datsun.
Pero eso no lo agüevó y gracias a sus conocimientos empíricos en mecánica, así como la asesoría de algunos amigos que se la juegan en esos temas, decidió ponerle mucho empeño para restaurarla, dejarla como nueva y echarla a andar.
Como le costó tanto repararla, debido al tiempo y a la platica invertida, José bautizó a su nave como la Milagros y, además, se la regaló a su hijo José Daniel Jiménez, de 9 años, que ya le está pidiendo que le enseñe a manejar.
Además, a su pequeñita de apenas año y medio, Maripaz, le encanta treparse a la Milagros y disfrutar de los viajes que hace la familia.
La Milagros es modelo 65 y es una versión deluxe que apenas tiene un mes de haber sido reparada, pues su dueño pasó tres años breteando bien duro para dejarla como un ajito. Lo más lejos que la ha sacado, hasta el momento, es de Salitral de Santa Ana, donde vive, a San Isidro de Heredia, pero piensa ir a la playa un día de estos.
“La tengo desde hace tres años, la compré a medias con mi hermana, pero era la carrocería nada más, sin vidrios, sin nada y con un motor Datsun. La metimos a un taller de reparación y me robaron el dinero, luego me compré una máquina de soldar y la restauré. Mi hermana me dijo que me la dejara”, explicó José.
“La parte eléctrica la restauró un amigo llamado José Coto, así que es totalmente nueva, de la parte mecánica me encargué yo y con la pintura me ayudó otro amigo, Marlon Peña.
“Yo soy ingeniero en sistemas y me fascina la mecánica, pero no he recibido ningún curso, aunque obviamente les pregunté a mis amistades”, comentó.
A José ya le ofrecieron dos carritos a cambio de la buseta, pero les dijo que la nave es para su hijo. Además, cuando la saca no falta quien salude a la familia y se admire por lo coqueta que quedó la Milagros.
“Cuando estaba en el cole, el papá de un amigo era mecánico de vochos y una vez fuimos a Riteve en una micro de estas y desde que me monté me enamoré de estos carros. Allí dije que un día me iba a comprar una. Me gustan los Volkswagen y cualquier carro clásico”, dijo.
La buseta, como curiosidad, tenía quince años de estar varada.
José dice que le ha metido como unos ocho millones para que esté con toda la pata, entre repuestos, mano de obra y papeleo, pues tenía 22 periodos sin que le hubieran pagado los respectivos derechos de circulación.