Inició el campeonato mayor de fútbol de nuestro país. El primer partido en el Estadio Nacional, estuvo muy lejos del ambiente que uno podría imaginar en una inauguración de torneo.
No hubo fiesta. Fue un arranque frío en un juego que parecía que podían asustar con gradas casi vacías y con un espectáculo que nunca llegó, el resultado de 0 por 0 ideal para el clima en que se jugó el partido.
Una apertura triste, aún cuando escuché representantes de ambos equipos manifestarse muy contentos con su desempeño.
En la noche de ese mismo sábado, 0-0 entre heredianos y belemitas…perdón ahora guadalupanos. Un cuadro florense al que le sobraron jugadores, pero que le faltó fútbol y goles.
Luego siguió el domingo un partido entre sabios y profetas.
Sabios que nos están enseñando como se debe ver el fútbol, entrenar y jugar. Sabios que nos hablan de jugadores intocables y otros casi perfectos y nos piden tranquilidad porque su equipo “volará” en el 2018.
Profetas que aseguran van a cambiar el fútbol tico, que nos van enseñar cómo se debe jugar al buen fútbol. Así que es un torneo para sentarse y aprender. En lo personal estaré con libreta en mano, atento a las enseñanzas.
Lo demás fue lo de siempre, lo mismito del año pasado. Algunos que les fascina hablar del arbitraje, y otros que con una goleada a un equipo se desequilibran y aseguran que apareció un nuevo Barcelona en el firmamento del fútbol nacional.