Hay hijos especiales y los de don Óscar Gómez.
Este vecino del Alto de Guadalupe, en San José, está muy agradecido con sus retoños, Luis Roberto y Silvia, porque le rescataron de la chatarra un Jeepster Phaeton 1950 al cual él ya le había perdido la fe y lo había condenado a quedarse en escombros.
Esta nave, la cual ahora es una de las grandes chineadas en la casa de los Gómez, tuvo una transformación total después, a tal punto de que ahora jala las miradas de muchos.
“El carro fue adquirido hace unos 16 o 17 años en muy malas condiciones, ameritó una reconstrucción extensiva de lo que es chasís, frenos, dirección, todo eso se le fue reparando.
“El carro en un momento estuvo a punto de pasar a condición chatarra, yo hasta había hablado para que se lo llevaran, llegó el de la chatarrera y me dijo, mire, no lo cobro por llevármelo, eso no me hizo gracia en aquel momento, fue hace unos siete años de eso”, explicó Gómez.
Al fin de semana siguiente, don Óscar conversó con sus hijos la situación, por lo que los muchachos, sin que se su tata se diera cuenta, se pusieron manos a la obra.
“Cuando me di cuenta, entre los dos ya se habían metido entre el montón de hierro oxidado y empezaron a trabajarlo, primero con escoba, luego lavaron el carro, le pasaron lija y ya tenían el compresor con premier y le dieron la primera capa (de pintura) internamente.
“Al ver aquello le dije a mis hijos que tranquilos, que el carro no se iba a pasar por la chatarra y a partir de ahí, entonces, procedimos a restaurarlo, proceso que fue bastante extenso, he de confesar que desde que empezamos a reparar chasís y todo eso pasaron unos dos años y medio bastante intensos”, recordó.
La recompensa llegó para enero del 2015 cuando el chuzito ya caminaba con todas las de la ley, algo que terminó siendo increíble después de tanta pulseada.
“Quizás Luis Roberto es el que más lo disfruta, pero tanto él como Silvia y mi esposa Lorena lo queremos bastante, al carrito. Lo hemos llevado hasta al carnaval de San José, no da problemas para nada, se usa poquito por tratarse de un carro que, tras de antiguo, hay muy pocos a nivel mundial”, detalló.
A este estilo de nave, tipo descapotable, se le puede correr el techo con mucha facilidad y se creó para que luciera como un estilo de auto militar, pues fue lanzado añitos después de que terminara la segunda guerra mundial.
“El vehículo se produjo de 1948 a 1951, su propósito era atraer a los excombatientes de la guerra hacia un auto con una fisionomía similar a un Jepp Willys, el carro militar, y también con la facilidad de ser un vehículo más cómodo y elegante”, explicó sobre el estilo de la nave.
La nave viene de fábrica con caja de tres velocidades y un motor de seis cilindros, actualmente mantiene ese motor, pero con una transmisión automática para hacerlo más confortable.
Echando todos una manita en la familia, los Gómez resucitaron un chuzo que ahora se pasea orgulloso por las calles y sus dueños pueden rajar de tener una nave de esas que son contadas.
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