Osvaldo Ramírez es todo un amante de la velocidad y desde que era un niño soñaba con tener un automóvil y modificarlo. Por años, trabajó para adquirir su primer carrito, y en mayo del año pasado se adueñó de un Toyota Tercel 1996.
Este joven de 21 años, vecino de Pozos de Santa Ana, no perdió el tiempo y apenas salió del colegio, buscó trabajo y eso le permitió ahorrar y, gracias a una publicación en redes sociales, encontró el carro de sus sueños.
“Siempre tuve como meta comprarme un Tercel. Quien vendía el carro estaba a unos 25 minutos de mi casa, no tuve ningún contratiempo y pude adquirir este vehículo, que es una versión japonesa, un modelo poco conocido en el país.
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“Era un Tercel bastante básico, pero poco a poco, lo he ido modificando. Le puse una cola mugen, un body kit con lip delantero (accesorio que se coloca en la parte inferior del parachoques frontal), lip trasero y estribos. También una parrilla deportiva adelante con el emblema TRD, que lleva en los costados y hace poco modifiqué los silvines principales (faros delanteros), agregándoles un ojo de ángel para darle un look más agresivo”, contó.
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Un sueño
Osvaldo le ayuda a su mamá en la administración de un minisúper y le saca provecho a este Tercel los fines de semana o cuando debe ir a la universidad y recordó lo que le gustan los motores.
“Desde pequeño me ha encantado el mundo motor. Siempre que pasaba un deportivo frente a mi casa, apenas escuchaba el sonido, salía a verlo. Me gustan mucho las exposiciones y los meets (reuniones de fiebres) y siempre que puedo voy.
“De hecho, este domingo asistiré a un evento de la marca de aceites Mobil, que será en Parque Viva, y por ese gusto decidí comprar un Tercel. Muchos empiezan con Honda o Mitsubishi, pero en mi casa siempre hemos sido toyoteros. Soy fan número uno de la marca y mi mamá tuvo un Tercel hace años”, comentó.
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Ramírez contó que entre los ajustes que le ha hecho a esta joyita está el cambio completo de la tubería, le puso una mufla tipo N1 (que se vende con un tapón para atenuar el sonido), y le colocó un filtro de aire de alto flujo, tipo pera.
“Cuando compré el carro, venía en color negro, pero estaba un poco opaco, así que lo llevé a pulirlo para darle brillo. Cuando instalé el body kit, las piezas venían grises y también las pinté. Por dentro, está forrado en cuero y le cambié los aros: venía con 13 y le puse de 15 pulgadas para que se viera más agresivo.
“De hecho, el carro, originalmente, era verde, pero el dueño anterior lo pintó de negro tres meses antes de vendérmelo. El motor es un 5E, de 1.500 centímetros cúbicos y es de dos puertas. Por dentro está en excelentes condiciones, el dash no está rayado y le puse un sistema de sonido completo, con parlantes y pantalla digital. Solo me falta instalarle el bajo”, destacó.
A Osvaldo lo llena de orgullo ver el fruto de su esfuerzo y de tanto trabajo.
“Detrás de cómo se ve el carro hoy, hay esfuerzo, horas de trabajo con mecánicos y eléctricos. A mí me gusta travesear, entonces algunos repuestos, como las luces, los instalé yo mismo.
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“Me siento orgulloso porque demuestra que las metas se pueden alcanzar si uno lucha por ellas. Con esfuerzo, con la ayuda de mi familia y de Dios, lo logré. Estoy muy contento con mi carro”, destacó.