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Joven se tatuó el carro de su vida y lo vendió para casarse, pero novia lo terminó

Ahora el joven quiere recuperar el carro de su vida, pero la misión será difícil porque el dueño actual no lo suelta

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Jean Garita logró conseguir el carro con el que siempre soñó, un Toyota 1000, al cual quiso tanto que hasta se lo tatuó en un brazo.

Sin embargo, su amor por una muchacha lo forzó a venderlo para conseguir el dinero necesario para casarse con ella, pero con tan mala suerte que cuando el carrito lo tenía comprometido con un comprador, la novia terminó a este vecino de San Rafael de Heredia, que se quedó sin sus dos amores de un solo guamazo.

La historia de Garita, suena a tragicomedia, pero este joven, de 21 años, logró superar el golpe y se hizo de un Honda Civic 98 que lo tiene puras tejas y que le ha hecho olvidar un poco a su amado Toyota.

“Para comprarme este vendí el Toyota 1000, con todo el dolor del mundo. Voy a pulsear para comprarme otro porque el que ya vendí, el dueño dice que no lo vende.

“Lo vendí porque le iba a pedir la mano a mi exnovia, pero me cortó. Ambos son amores imposibles”, añadió.

Claro, si Garita vendía el carro y se casaba, se hubiera quedado sin nave, una situación extraña para él pues a pesar de su corta edad ya ha tenido once autos.

Y a todos los recuerda muy bien desde el Mitsubishi Eclipse, que fue su primero en la lista hasta lógicamente el Civic de ahora. Los demás han sido: Mitsubishi Colt, Honda Civic EF91, Nissan B12 2 puertas, Nissan B12 4 puertas, Honda Civic EF88 (ranita), Toyota MR2, Toyota FX, Toyota Starlet, Toyota Mil y Honda Civic 98.

Chuzo

“Todo el que me conoce dice que cambio de carro como cambiar de calzoncillo. A todos los he querido, pero es imposible olvidar el Toyota 1000″.

“El primero que tuve fue un Mitsubishi Eclipse, lo compré con unos ahorros que tenía, pero venía saliendo el Play Station 4, así que lo vendí para poder comprármelo”.

Con ese dinero y las ventas de cada chuzo, es como se ha financiado cada compra.

“El Toyota 1000 lo tuve bastante tiempo, como ocho meses. Le metí de todo al carro, solo le faltó la pintura, pero conservaba la original”, expresó.

Jean dice que su afición por los carros viene desde niño, ya que su papá lo llevaba a eventos como los Monster Jam o miraba en tele los retos 4x4.

“A mi papá le encantan los carros, debe ser que heredé el gusto de él. La fe mía es tatuarme los once carros que he tenido y los que vaya a tener, empezar de arriba hacia abajo. Al rato no me alcanza el cuerpo, de momento solo tengo el Toyota 1000″.

Franklin Arroyo

Franklin Arroyo

Periodista egresado de la Universidad Federada. Integra el equipo de Nuestro Tema de La Teja. Trabajó en el Periódico Al Día, corresponsal del diaro Marca para Centroamérica y editor de la revista TYT del Grupo Eka.

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