Lo que no pudieron hacer Luka Modric, Ivan Rakitic o Mario Mandzukic, las figuras más importantes de Croacia, sí lo hizo la presidenta de ese país, Kolinda Grabar-Kitarović, quien fue la única persona de ese país que pudo tocar la Copa del Mundo.
En medio de un aguacero torrencial en Moscú, la líder de 50 años se llevó la mojada de su vida, pero eso no le importó, porque ella quería darle un beso y un abrazo a cada uno de sus compatriotas, quienes dejaron la vida en la cancha con la ilusión de llevar el trofeo hasta la pequeña nación de cuatro millones de habitantes. Pero eso no pudo ser, solo la presidenta tuvo el honor de tocar tan ansiada copa.
Mientras el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, sostenía el esperado trofeo, la jerarca se acercó, tocó la parte de arriba de la escultura de oro y le dio un besote grande que duró un par de segundos, uno que representaba la ilusión de todo un país. Esto ante la sonrisa de su colega francés Emmanuel Macron, quien estaba a su lado, también empapado hasta el alma.
Por ser la presidenta de un país, Grabar-Kitarović es la única croata en el mundo que podía hacerlo, porque al mítico trofeo solo pueden tocarlo campeones del mundo o jefes de Estado.
Sin duda, la líder del país balcánico le sacó mucho provecho al Mundial, ya sea por una emoción genuina o un extraordinario cálculo político, el torneo le permitió pasar de ser una presidenta de bajo perfil de una pequeña nación europea a ser conocida mundialmente por su “buena onda”, dando toda una lección de cómo manejarse en estos eventos.
“La presidenta de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarovic, dio catedra de aparición pública en eventos populares: en camiseta de fútbol, mascando chicle, a puro abrazo y con 1.000 sonrisas. Y encima mojada sin paraguas. Líderes = al pueblo”, destacó el mexicano Mario Riorda, máster en Comunicación Política.
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Grabar-Kitarovic, además, dio de qué hablar por gestos como pagar de su bolsillo el viaje a Rusia y rebajarse de sus vacaciones y de su sueldo la ausencia por estar en la Copa del Mundo. También destacó por ser muy guapa para muchos, aunque sus críticos le atacan por su pensamiento ultra conservador y que ha usado el evento como una plataforma para limpiar su imagen.
Durante la final, Kolinda pasó pegada al lado del jerarca francés, con quien pasó hablando, bromeando y en un puro abrazo, gesto llamativo entre una conservadora política que llegó a la presidencia impulsa por la derecha extrema. Fue ver a la defensora del nacionalismo croata al lado de uno de los líderes más liberales de Europa, con ideas realmente contrarias, pero al final y al cabo, la empatía y emoción del fútbol dejó todo eso de lado.